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Algo va mal – Por Fermín Bocos

Algo va mal cuando el presidente del Gobierno dice haberse enterado por la prensa de la detención de un ex vicepresidente y biministro de Economía y Hacienda. Algo va mal cuando la Fiscalía Anticorrupción retrasa una intervención “por no estar madura” la investigación al tiempo que el fiscal y el juez de un juzgado ordinario de Madrid impulsan una orden de detención y registro contra un presunto sospechoso de delitos fiscales. Algo va mal en un partido político cuando frente a un caso tan llamativo, cuyo protagonista es uno de sus grandes referentes históricos, reaccionan argumentando que ya no es militante y que la omisión presuntamente delictiva de sus obligaciones con el Fisco es “un asunto particular”. Algo va mal cuando en ése mismo partido a la pregunta de si sus dirigentes son conscientes del daño moral y las penosas consecuencias políticas que apareja el caso, argumentan que el daño no es tal y que, por el contrario, lo que habrá percibido la ciudadanía es que la “ley es igual para todos”. Algo va mal cuando frente a un lapsus explicable por la falta de recursos oratorios que lleva a algunos políticos a entronizar la costumbre de leer sus intervenciones, cuando uno confunde la expresión “sacar adelante al país” con “saquear el país”, se siente en la obligación de aclarar la metedura de pata consiguiendo que el remedio sea peor que la enfermedad. Algo va mal cuando en parecido orden de cosas toda una vicepresidenta del Gobierno se cree obligada a aclarar por qué cuando llamó “amnistía” a la amnistía fiscal decretada por el Gobierno en 2012, en realidad no quería referirse en esos términos a lo que en el argumentario oficial impulsado por el ministro de Hacienda sugieren etiquetar como “regulación de activos no controladas por el Fisco”. Algo va mal cuando en el Gobierno hay ministros que -al margen de las presuntos delitos fiscales- reconocen que no saben lo que ha pasado con Rato ni quién tomó la decisión de hacer las cosas como se hicieron. En fin algo va mal, incluso muy mal, cuando hay ministros que reconocen que en el partido falta coordinación al tiempo que en el partido hay algún dirigente que a todo aquél que quiere escuchar le dice que es en el Gobierno donde hay desconcierto y pone como ejemplo que, en el caso Rato, Hacienda tiraba por un lado, Economía por otro, Justicia iba a la suya y en La Moncloa se enteraron por los periódicos.