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Antiterrorismo: nivel 3 – Por Sergio García de la Cruz

Me cuentan que andan algo preocupados en la ciudad de los rascacielos, ya que recientemente han detenido a dos ciudadanas residentes en Queens que tramaban un atentado en los Estados Unidos. Las acusadas, de 31 años y 28 respectivamente, apoyaban la yihad violenta. Cada vez más vemos cómo la mujer toma un papel más activo en el terrorismo, pero no solo en cuestiones de captación o de información, como indica Sasha Havlicek, del Instituto del Diálogo Estratégico, que apunta que las mujeres británicas desempeñan un papel importante en la estrategia de comunicación, sino que incluso aumenta el número de chicas que viajan desde Europa al territorio declarado insurgente que discurre entre Siria e Irak para sumarse a ISIS (abreviatura del Estado Islámico en Irak y Siria), esto sin nombrar el hecho de que desde el 2005 se ha producido un incremento considerable de las participantes en ataques suicidas. Las acusadas, que desde el pasado agosto preparaban algo grande y así hacer historia (decían), poseían varias bombonas de gas propano e instrucciones de yihadistas de cómo transformarlas en artefactos explosivos. Además, poseían documentación sobre precursores de explosivos y de los atentados de 1993 contra el World Trade Center; de bombas de fertilizantes como la usada en el atentado contra el edificio federal en Oklahoma City de 1995 y bombas de olla a presión, como la usada en el 2013 en el maratón de Boston. A estas detenciones se les une la de un exestudiante de la Universidad de Manitoba por delitos contra la seguridad nacional y de tipo cibernético. El acusado apoyaba a Al-Qaeda para llevar a cabo ataques en los EE.UU., conspiraba con otros para proveer apoyo material a terroristas y proporcionar personal para ser utilizados en matar a ciudadanos estadounidenses y miembros de sus fuerzas armadas en el extranjero. 

Como vemos, la amenaza no solo existe en Europa sino que se insiste también en atentar contra los Estados Unidos. En España con cierta preocupación vemos cómo el nivel de seguridad ha aumentado situándose en un nivel 3 (grado bajo).

Esto está fijado en el Plan de Prevención y Protección Antiterrorista que fue aprobado en el año 2005 con su equiparación con la de otros países en el año 2009 y que establece cuatro niveles de alerta: el nivel 1 es de riesgo potencial de atentado terrorista, es el nivel más bajo, los servicios antiterroristas no detectan amenazas que hacen necesario tomar medidas de protección especial; nivel 2: riesgo probable de atentado terrorista: las unidades de seguridad ciudadana protegen las infraestructuras críticas y aquellos puntos que se consideren sensibles; nivel 3: riesgo altamente probable de atentado terrorista, aquí se movilizan las unidades especiales de intervención, se controlan los lugares de afluencia masiva de personas, centros de transportes y movilidad, se protegen las infraestructuras críticas y se pueden establecer restricciones de acceso; el nivel 4: es un riesgo inminente de atentado terrorista, una situación de emergencia donde se movilizan todos los efectivos necesarios para proteger al país, se estudia y se valora por el Gobierno la aplicación de las medidas contempladas para el Estado de Alarma.

Dentro de cada uno de estos niveles hay dos grados de intensidad: alto y bajo, con el fin de que las medidas previstas se ejecuten en toda su amplitud o sólo en parte.

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