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Discrepancias paterno-filiales – Por Salvador García

La política canaria da para mucho, como es sabido. Y dentro de ella, hemos visto de todo. Es un sinfín de situaciones insólitas, inauditas, imprevisibles, llamativas… Pero no. Cuando creíamos que no hay nada nuevo bajo ese sol, resulta que es posible contemplar, sin deslumbrarse, otro cuadro: padre e hijo, rivales políticos, o lo que es igual, en candidaturas diferentes, después de haber ido unidos y después de haber ejercido uno como padre político que procuraría las mejores enseñanzas y los mejores consejos para su hijo.

Hablamos de José Miguel Bravo de Laguna y de su hijo Lucas. El presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria no continúa en el Partido Popular tras la decisión de José Manuel Soria, que frenó su intento de reelección. Bravo, en una insólita pirueta, encabezará la candidatura con una nueva formación política. Y su hijo Lucas, mientras tanto, no solo se queda en el PP sino que figura como número tres de la lista al Cabildo grancanario. Padre e hijo, pues, seguirán caminos divergentes. Ya se verá qué sucede y cuál será su comportamiento si se materializa la coincidencia de pertenecer a la misma institución. Hay variables para todos los gustos, incluidas las que se imaginen con sorna. Pero que no serán cómodas, ni para uno ni para otro, seguro. ¿Cuáles serán las formas, en caso de que el estatus cabildicio siga siendo el actual: las paterno-filiales o las convencionales político-institucionales?: “¿Puedo hablar, (pa)dre?”, “Calla, hijo, no tienes la palabra”. “Señor presidente: solicito intervenir por alusiones”, “Señor consejero: yo soy quien dirige los debates y no he apreciado que el portavoz le haya aludido. No obstante, para que no se diga que soy un mal padre, perdón: presidente, tiene usted un minuto para defenderse de la alusión”. Y así… dirimirán el tratamiento.

Salvando las distancias y las circunstancias, pues es evidente que existen diferencias, hay dos situaciones que nos hacen ver la complicación que deriva de una discordia política entre progenitor y descendientes. Una es la del encono recientemente suscitado entre Jean Marie Le Pen y su hija Marine, a raíz de unas declaraciones xenófobas y antisemitas del primero como presidente de honor del ultraderechista Frente Nacional, reprobadas por su hija al entender que significan la “entrada en una espiral de tierra quemada y de suicidio político”.

Y la otra sirve para recordar aquella célebre novela del escritor ruso, Ivan Turguénev, titulada ‘Padres e hijos’. El autor remarca, en un contexto sociohistórico muy determinado, la contraposición de ideas y criterios entre los protagonistas y sus padres. La obra, muy controvertida, forzó la tensión entre los espectros políticos de derecha e izquierda, habitados por jóvenes revolucionarios.
Los Bravo, padre e hijo, sin que hayan trascendido discrepancias ideológicas como entre los franceses Le Pen y sin pretender establecer paralelismo alguno con la novela citada, protagonizan ahora otro hecho insólito que engrosa la política canaria cuyo próximo ciclo, sea cual sea el resultado de mayo, promete ser de lo más inextricable.