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El giro político – Por Juan Julio Fernández

En el Reino Unido todos vaticinan el final del bipartidismo a la vieja usanza. A las elecciones, ya al caer, del 7 de mayo, con los partidos tradicionales, Conservador y Laborista, concurren cuatro más, aparte del Liberal, también tenido como tradicional, aunque más en papel bisagra: el Nacionalista escocés (SNP), el de los Independientes del Reino Unido (UKIP), el Verde, el Nacionalista galés y el de los euroescépticos de Nigel Farage. En resumen, siete formaciones que ya, en televisión, han participado en un debate a siete bandas que, significativamente, ha puesto de manifiesto el giro político registrado, sustituyendo al habitual cara a cara entre los partidos Conservador y Laborista, en esta convocatoria liderados, respectivamente, por David Cameron, actual premier, y Ed Miligan, líder de la oposición.

Y que, también, ha visualizado la estrategia común de “todos contra Cameron” que pone en riesgo su continuidad al frente del Gobierno y aboca a una política de pactos en la que los liberales pueden ejercitar su papel de bisagra. Algo parecido se está registrando en España. Se reproduce, también, la estrategia de “todos contra Rajoy”, aunque con diferencias notables: una, que las elecciones no son generales, sino autonómicas y locales; y otra -que no agota todas las que se podrían invocar- de que mientras a Cameron, sus oponentes e incluso miembros de su propio partido, le achacan no haber basado su campaña en los éxitos económicos, a Rajoy le recriminan justo lo contrario al centrar toda su política en airear los logros conseguidos, pero no convenientemente explicados ni aplicados. La irrupción, en España, de dos formaciones nuevas, Podemos y Ciudadanos, también cuestionan el bipartidismo dominante hasta ahora con la influencia del PNV y de la hasta hoy CiU, primados ambos por el sistema electoral vigente, lo que abre un nuevo escenario cuya consolidación en todo el territorio se va a poder medir con los resultados de unas elecciones que, por su propia naturaleza, responden a otras premisas que las nacionales, pero que pueden confirmar o cambiar las tendencias de voto para las elecciones generales. Los más indicativos serán, sin duda, los resultados en las demarcaciones autonómicas y en las de las grandes ciudades. Las primeras encuestas en Madrid revelan que el bipartidismo PP-PSOE se mantiene, aunque sin llegar a mayorías absolutas para gobernar en solitario. Y si bien el PP sigue ganando y el PSOE aguanta como segunda fuerza, Podemos y Ciudadanos parecen confirmarse como unas tercera y cuarta fuerzas que obligarán a las dos primeras a aprender a pactar. Y si el PP, cambiando de estrategia después de las elecciones andaluzas, ya empieza a acercarse a Ciudadanos, que no pone reparos a pactar siempre que no haya imputados en cargos públicos, el PSOE tampoco la desdeña aunque puede que mire más hacia Podemos que, por lo que puede detectarse en Andalucía, abre las puertas al PSOE, pero sin renunciar a restarle votos aspirando a reemplazarlo en el ranking electoral.

En Canarias el panorama parece más complejo, porque con el reparto de escaños para acceder al Parlamento, las posibilidades dependen no sólo de los votos sino de su asignación por Islas. En general y lo podremos ir viendo en las distintas elecciones, puede que estemos ante un giro político -que en alguna manera anticiparán los británicos el 7M- que en España puede terminar el 24M en una voluntad de consenso, por la obligada política de pactos que habrá que afrontar, favoreciendo el clima necesario para la que parece conveniente reforma de la Constitución, en la que la cuestión autonómica y la ley electoral requerirán una atención preferente. Y aunque también parece deseable una reforma de esta última, a nadie se oye hablar de una segunda vuelta como lo que en la racionalista y experimentada Francia parece dar más credibilidad al sistema democrático y facilitar la gobernabilidad.