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Infierno – Por Arun Chulani

Presumes de la libertad de la que disfrutas allí arriba, siendo el único que dicta las normas y principios del lugar. Presumes de tener el corazón más duro y fuerte jamás visto, como acero forjado a más temperatura que la recristalización de aquellas lágrimas que jamás nadie volverá a ver. Al menos, de eso presumes. De no arrepentirte de nada de lo que has dicho ni de todo lo que has aprendido de la vida. Presumes de las apariencias, de las sonrisas provocadas por la inexistencia de días malos. El hombre de costumbres que no necesita salvación. Pero cada tres semanas apareces. Alzas el vuelo y desciendes desde lo más alto hasta el infierno para dejar atrás la libertad de la que presumes. Reconócelo ya: presumías de soledad, de autoridad en principios, y jamás sabes cuando llega un final. Reconoce que bajas al ardiente infierno para que yo derrita levemente el acero que envuelve tu corazón, con la esperanza de que, algún día, logre entrar, lo cure y lo aleje de convertirse en simple metal. Y caerán tus lágrimas para evaporarse en mí. Bajas para entender que equivocarse es de humanos, que las palabras aquí se las lleva el viento. Pero quedan los hechos, ignorante. Ignorante, que crees engañarnos con tus apariencias, y realmente te engañas más a ti mismo. Reconoce que eres cielo y yo, infierno. Reconoce que existen los días malos para saber que también los hay buenos, así que déjate de sonrisas sin sentido, y acéptalo. Las sonrisas explotan a besos.

Cada tres semanas apareces, tal vez por mala costumbre. Sea como sea, he terminado encaprichándome del lado infernal que ocultan tus apariencias celestiales, y ya no quiero mirarte de lejos ni amarte con distancias. Reconócelo: sé que quieres ser salvado de tu libertad y soledad. Y sé que soy tu salvación para escapar y no ser más cielo. Así que deja de aparecer.

Quédate. Quémate. Y sé bienvenido a mi infierno.

@arunchulani