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Matilde Cánepa: “El arte es un puente para conectar mi mundo interior con el exterior”

La artista venezolana vive en Bajamar, donde ha encontrado el espacio idóneo para crear. / CANDELARIA TAVÍO
La artista venezolana vive en Bajamar, donde ha encontrado el espacio idóneo para crear. / CANDELARIA TAVÍO

Por BENJAMÍN REYES

La artista venezolana Matilde Cánepa arribó en Tenerife a finales del 2003 tras un periplo por Brasil y Argentina. Tras atravesar la puerta de su casa en Bajamar, adornada con uno de esos mojones que indican el itinerario en algunos senderos, asistimos a un estallido de color que emana de las diversas obras que pululan en su residencia. Tras exhibir su obra en La Recova en 2011 (La mirada dentro estando afuera) y en El Sauzal en 2014 (Viandante en el jardín de Las hespérides), su nueva individual lleva por título La materia en sus giros y se podrá ver hasta el 30 de abril en la santacrucera galería La Guayaba (Carmen Monteverde, 32), en la que propone al espectador una quincena de obras, integradas por pinturas, esculturas, ensamblajes y un tótem. El 15% de las ventas se destinará a la labor de Médicos del Mundo.

-Eduardo y Maud Westerdahl tenían una segunda residencia en Bajamar, la pintora Carmen Cólogan vive aquí. ¿Este lugar es propicio para la creación?

“El ambiente tranquilo de Bajamar y su cercanía al mar contribuye a mi proceso creativo. Me gusta ir a la orilla del mar a pintar. Bajamar es una proyección de mi casa. Siempre tengo la puerta abierta”.

-¿Se considera una persona mística?

“No, aunque practico yoga y taichi para relajarme. Considero que soy una persona que busca el bienestar, que relaciono con el arte. Considero que el arte es un puente para conectar mi mundo interior con el exterior”.

-¿Por qué crea Matilde Cánepa?

“Creo por necesidad. Desde pequeña he abarcado el arte desde diversas manifestaciones. Bailo, escribo poesía, pinto…”.

-¿Qué importancia tiene el grafismo en su obra?

“En Caracas recreaba el alfabeto hebreo, el árabe, el griego. Soy una cronista de la época en la que vivo”.

-¿Qué quiere plasmar en su obra Signos de un paisaje?

“En ella subyace el arquetipo del viajero, que no solo viaja por el mundo, sino que protagoniza un viaje interior. Lo cual conecta con el tema de mis exposiciones La mirada dentro estando afuera, que se pudo ver en La Recova en 2011, y Viandante en el jardín de Las hespérides, que se exhibió en 2014 en El Sauzal, y que luego itineró por La Coruña y Madrid”.

-¿Por qué salió de Venezuela?

“Una coyuntura personal unida a la situación política-social provocaron que decidiera salir de mi país. Siempre trabajé con museos e instituciones culturales, pero empezaron a producirse situaciones muy tensas. Soy una habitante del planeta. He expuesto en Estados Unidos (Miami, Washington), Cuba (La Habana), Alemania (Berlín) o Argentina (Buenos Aires, Córdoba). Quiero vivir en otros lugares”.

-¿Qué pintores venezolanos deberíamos conocer en España?

“Citaría a Elsa Gramcko (1925-1994), una pintora y escultora abstracta; Marta Cabrujas (1946), que es conocida por sus característicos ensamblajes; Armando Reverón (1889-1954), que está considerado uno de los pintores venezolanos más importantes del siglo XX y es conocido como el pintor de la luz; o Remedios Varo (1908-1963). Esta última es española, pero vivió durante un tiempo en Venezuela. Ella llegó a conocer a Óscar Domínguez en París, donde entabla amistad con los teóricos del surrealismo”.

-Cuéntenos algo de su estadía en Brasil y Argentina.

“A principios de los 80 estudié en Caracas en la Escuela de Arte Cristóbal Rojas, pero a finales de los 80 decidí estudiar en Brasil en una escuela de diseño. Atravesar el Amazonas fue un viaje iniciático. Posteriormente, en Argentina participé en la V Bienal Latinoamericana de Cerámica, en 1997, en la que obtuve el segundo premio. Fue una grata experiencia. Tantas personas de diferentes nacionalidades convergiendo ante la cerámica escultórica”.

-¿Cómo le ha influido el mar de Tenerife a la hora de crear?

“Aunque soy hija de andina siempre me ha gustado el mar. En Venezuela contamos con hermosos parajes marítimos. El horizonte del mar en Tenerife me ha ayudado a centrarme en mi obra. En ocasiones, voy a la orilla del mar a pintar al natural. Aunque, en ocasiones, la isla se me hace pequeña. A veces extraño la vitalidad de una ciudad como Caracas”.

-¿Qué diferencia existe entre pintar al natural y pintar en el estudio?

“Cuando pinto al natural me impregno de la naturaleza. Es como una especie de ejercicio. Sin embargo, en el interior de mi estudio alcanzo una profundidad mucho mayor, ya que dispongo de materiales que incorporo a mi lento proceso creativo”.

-Imparte cursos de arte-terapia. ¿El arte es una especie de terapia?

“Creo que todas las manifestaciones artísticas ayudan a la gente a expresar sus emociones. En esta sociedad tan mecanicista, tan robotizada, es importante ahondar en los procesos creativos a través de la pintura, la escritura o el trabajo con el barro. Relaciono el arte con el bienestar y el crecimiento humano. Se trata de conectar con uno mismo y con tu entorno”.

-¿Por qué ese estallido de color en su obra?

“Siento predilección por el colorido porque los colores son expresiones de cómo uno se siente”.

-¿En qué estado de ánimo suele crear?

“Creo en estados de ánimo optimistas, pero también en momentos cabizbajos. Estos dos estados de ánimos son fuentes de inspiración. Entre mi obra y mi personalidad se establece un diálogo que propongo al espectador. Cuando voy a ver una película o escuchar un concierto quiero ser trastocada de mis órdenes. No obstante, gran parte del público se suele asustar cuando algo le incomoda”.

-¿Por qué le da la bienvenida a las estaciones?

“Le doy la bienvenida a un momento estacional nuevo. Cada estación es diferente. No me gusta el invierno porque me siento muy vulnerable con el frío, prefiero la primavera y el verano”.

-Sus muestras suelen ser interactivas, ¿que propondrá al espectador en La materia en sus giros?

“Busco que el espectador exprese lo que siente al ver la muestra, para lo cual se habilitará un espacio para que pinte o escriba lo que considere oportuno. Es una forma de conectar con el otro. Propongo otras maneras de mirar”.