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Otro capítulo del manual de chapuzas – Por David Sanz

Los ciudadanos, pobres mortales, echamos callo y con el tiempo nada o casi nada nos sorprende ni nos molesta. Entendemos como algo normal auténticos disparates y derroches de dinero en obras públicas por su mala ejecución, planificación o vaya usted a saber los motivos, anestesiados por una especie de mala costumbre de los modificados, plazos incumplidos o chapuzas que contradicen al sentido común. En La Palma tenemos varios ejemplos de obras faraónicas que muy difícilmente cumplirán su objetivo, como el caso del Puerto de Tazacorte, y ojalá que me equivoque, que de momento no ha servido para otra cosa que como un paseo peatonal en la costa bagañeta. Ojalá lleguen esas negociaciones con las líneas de cruceros y el Valle de Aridane se llene de turistas que emplean este sistema para disfrutar de sus vacaciones, pero lo veo complicado. Otro hito en este sentido ha sido la carretera del Norte de La Palma. Cualquier vecino de esta zona de la Isla advertía hace años que la ejecución de esta obra estaba siendo un auténtico disparate. Es verdad que muchas veces parece que el título de ingeniero lo regalan en cualquier esquina, como el de entrenador de fútbol, pero en este caso era muy evidente y saltaba a la vista que aquello no había por dónde cogerlo, hasta que llegó la crisis y con ella los recortes, y hubo que hacer una planificación sensata de los trabajos que restaban para concluir el proyecto, eso sí, después de malgastar muchos millones de euros sin que se viera ningún resultado en la mejora de las comunicaciones del Norte. Pero se ve que no ha sido suficiente lo vivido para endurecernos tanto que nada nos moleste y queda algo de sensibilidad ciudadana porque el último capítulo del manual de chapuzas nos ha tocado la fibra sensible. La información que publicamos en este periódico el pasado domingo sobre el estado de la balsa de La Caldereta, en Fuencaliente, con 9.902 incidencias, entre roturas, punzamientos y parches en su lámina, fue de traca. ¿Quién entrega una obra en esas condiciones?; ¿quién la recibe?; ¿quién la proyecta con un talud pegado que iba a ser fuente de conflictos?; ¿quién paga ahora este desaguisado?; ¿alguien va a pedir por lo menos disculpas por botar de esa manera el dinero de todos? Mira que en La Palma debe existir experiencia en la construcción de este tipo de infraestructuras como para presentar la balsa un estado tan lamentable un par de años después de construirla. Y no fue porque no se advirtiera desde antes que podía presentar problemas por la ubicación. El actual vicepresidente del Cabildo dio la batalla en ese sentido cuando estaba en la oposición. Muchas veces, lo barato sale caro, y este es un caso muy evidente. Embalses como el de La Laguna de Barlovento han causado graves problemas, pero también han debido servir como banco de pruebas para que no sucedieran casos como el que comentamos.