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Ramón Lobo: “Hacemos un periodismo de espuma, de superficie, de trending topic”

Foto de FRAN PALLERO
Foto de FRAN PALLERO

SARAY ENCINOSO | Santa Cruz de Tenerife

Se pasó 20 años en el periódico de información general más leído en España. Ramón Lobo cubrió para El País los conflictos de Ruanda, Irak o Afganistán. Hace un año fue incluido en un expediente de regulación de empleo. A pesar de su experiencia, reconoce que lo primero que sintió fue lo mismo que siente cualquier persona que se queda en paro: miedo. Compañeros y amigos insistían en que él no tendría problema en salir adelante, pero era difícil hacerse a la idea de que ya no diría más “Soy Ramón Lobo, de El País”. El tiempo ha dado la razón a quienes lo animaron, pero su vida ha cambiado bastante. Hoy, trabaja para varios medios y tiene una libertad horaria que agradece, pero cobra mucho menos que antes. Se le ve feliz de poder seguir haciendo su oficio, aunque no es muy optimista con respecto al futuro del periodismo. “La apuesta por la calidad no garantiza el futuro del periodismo, pero sin una apuesta de calidad es imposible que esto sobreviva”.

El periodista estuvo esta semana en Tenerife, en una nueva edición de Enciende la Tierra, un encuentro que la Fundación CajaCanarias lleva años celebrando con el objetivo de repensar el mundo en el que vivimos. En una conversación con DIARIO DE AVISOS, Lobo lamenta la becarización de las redacciones y cómo está afectando la crisis económica a la industria periodística, pero advierte de una realidad que se repite en muchos medios y que no tiene nada que ver con el dinero: los redactores trabajan a golpe de teléfono. “Si se cae un edificio lo primero que tengo que hacer es salir corriendo hacia el edificio, pero ya no hacemos eso. Ahora lo que hacemos es llamar a los bomberos, a la policía… y luego ya pensamos en ir al edificio. Las historias están donde pasan las cosas”.

Además de ese error que los jefes están permitiendo que ocurra, Lobo critica el funcionamiento de las ediciones digitales de los diarios, que regalan las mismas informaciones que luego se publican en el papel. No está seguro de si la solución está, como dijo Umberto Eco hace poco, en convertir los diarios en semanarios, pero subraya que, desde hace tiempo, los medios piensan mucho en el fin de semana. “El New York Times añadió hace varios años, ocho o diez, una suscripción que se llamaba long weekend, y que incluía viernes, sábado y domingo. Ahora mismo todo el mundo está pensando en el fin de semana, en acabar haciendo algún tipo de edición de fin de semana, de papel, y el resto de la semana pasarte a la web. No lo sé. Pero es interesante tener en cuenta que aquellos medios que han nacido en Internet, como eldiario.es o infolibre, siguen recurriendo al papel”. La publicidad sigue prefiriendo el papel por la atención. “El New York Times midió el tiempo que dedicaba uno de sus lectores a leer el periódico durante el fin de semana. Llegó a la conclusión de que destinaba 45 minutos; el mismo tiempo que dedicaba una persona a leer la web durante todo un mes”.

Sin embargo, el problema más grave que Lobo encuentra en los medios de comunicaciones españoles, frente a otros extranjeros, es la falta de credibilidad por la estrecha relación de los periodistas con el poder. “Ser periodista no es sentarse en el asiento del copiloto de los políticos. Nuestro trabajo es fiscalizarles. Hay una frase de Orwell que a mí siempre me gusta mucho recordar, casi es para ponerla de fondo en el ordenador: “Noticia es aquello que el poder quiere ocultar”. Lo demás es propaganda. Nosotros, los periodistas, si trabajamos con la propaganda, con el corta y pega de lo que hablan ellos, con declaraciones vacías, sobre todo en período electoral, entonces ¿cuál es nuestra función?”.

Los periódicos barajan dejar el papel para el fin de semana y usar la web el resto de días”

Es capaz de citar una decena de medios latinoamericanos que lee con asiduidad, pero le cuesta destacar publicaciones completas, y no informaciones concretas, de periódicos españoles. “En España no se hacen grandes reportajes ni periodismo de investigación”, lamenta. “El gran reportaje -entiéndase por reportaje un texto de 15.000 o 20.000 palabras que se puede publicar en varios días- se está mudando a los libros. Hay un libro fantástico de Íñigo Domínguez, un periodista de El Correo en Roma, Crónicas de la mafia, que es un gran reportaje”. No siente rencor por su antiguo empleo -el rencor es una cárcel- y sigue pensando que alguien que quiera informarse o que tome decisiones en este país tiene que seguir leyendo El País.

[sws_grey_box box_size=”620″]Irak y el cambio de ‘estatus’ del corresponsal
“A Siria no se puede ir. Si no vas con el régimen es imposible”. El ejemplo más cercano es el secuestro de Marc Marginedas, Ricardo Vilanova y Javier Espinosa. De otros sitios se sigue pudiendo informar, a pesar de la precariedad. El peligro para los periodistas llegó en 2003, cuando “la insurgencia iraquí, con la presencia de Internet y las redes sociales y, sobre todo, de las grandes cadenas de televisión como Al Arabiya y Al Jazzera, dejaron de necesitar a los periodistas extranjeros. Empezaron a tener la sensación de que nosotros somos espías. Ya no nos necesitan y nos empiezan a tratar de otra manera”, explica Lobo. [/sws_grey_box]

 

Foto de FRAN PALLERO
Foto de FRAN PALLERO

– ¿Cómo ha sido su etapa después de salir de El País? ¿Fue más complicado de lo que imaginaba?
“La verdad es que no había pensado mucho en la salida. Estaba seguro de que iba a haber un ERE y de que yo iba a estar en él, pero no lo había pensado mucho. Cuando llegó el momento sí tenía bastante miedo, porque veía a un montón de gente con mucho talento sin trabajo. Y aunque todo el mundo me decía “tú no vas a tener ningún problema”, yo pensaba “vamos a ver”. Ahora gano menos, bastante menos, pero tengo tanta libertad de espacio, de horario…”

– Compensa…
“Sí, compensa. Ahora trabajo para distintos medios. Con la suma de los cuatro más las charlas que doy, tengo suficiente. La libertad de horario que tengo para decidir cuándo trabajar, cómo entregar, eso no tiene precio”.

– ¿Las grandes redacciones están condenadas a desaparecer?
“Sí, desgraciadamente sí, porque yo creo que la redacción es un espacio de discusión y de inteligencia, de debate, aunque también es verdad que en muchos casos se habían convertido en espacios de obediencia. Siempre recuerdo una frase de Enrique Meneses, que me decía que en el futuro veía redacciones pequeñas – por ejemplo, el New York Times, que tenía una redacción de tres mil redactores, se quedaría con 500 o 400-, pero que en ellas habría redactores “como yo, senior” y, alrededor, un montón de gente joven, trabajando, haciendo cosas. Tiene que haber alguien con experiencia que te diga lo que está mal en tu crónica y qué hay que mejorar; eso no puede desaparecer, porque desaparece la calidad y si desaparece la calidad, entonces ¿cuál es la diferencia entre lo que fluye gratis en internet y lo que nosotros vendemos? Aun así creo que la apuesta por la calidad no garantiza el futuro del periodismo, pero sin una apuesta de calidad es imposible que esto sobreviva”.

– Pero ¿es el periodismo lo que está en crisis o la industria?
“El periodismo está en crisis a consecuencia de una crisis más importante, que es económica. Y, además, creo que se nos ha olvidado -sobre todo en España, porque en otros países no ocurre- qué es ser periodista. Ser periodista no es sentarse en el asiento del copiloto de los políticos. Nuestro trabajo es fiscalizarles. Nuestro trabajo no es ser amigo de Rato, nuestro trabajo es fiscalizar el trabajo de Rato. Y en caso de que tengamos pruebas periodísticas de que ha cometido fraude, hay que denunciarlo. Nuestro trabajo es incomodar al poder. Hay una frase de Orwell que a mí siempre me gusta recordar; es para ponerla de fondo de pantalla en el ordenador: “Noticia es aquello que el poder quiere ocultar. Lo demás es propaganda”. Si trabajamos con la propaganda, con el corta y pega de lo que hablan ellos, con declaraciones vacías, sobre todo en período electoral, ¿cuál es nuestra función?”

 – ¿Nadie está haciendo periodismo de investigación en España? ¿Grandes reportajes como los que podemos leer en otros países, por ejemplo en muchos de Latinoamérica, aquí no se están haciendo?
“Ni se hacen grandes reportajes ni se investiga. Creo que son dos grandes vacíos que tiene el periodismo de investigación. El gran reportaje –entiéndase por reportaje un texto de 15.000 o 20.000 palabras que se puede publicar en varios días-  se está mudando a los libros. Hay un libro fantástico de Íñigo Domínguez, un periodista de El Correo en Roma, Crónicas de la mafia, que es un gran reportaje. Y la investigación de verdad no es lo que alguien te deja en un buzón porque tiene interés en que se publique. Hay que investigar de verdad. En América Latina, como dices, las webs nuevas que están naciendo tienen grandes reportajes, como El Faro, y tienen investigación. Son los pilares del periodismo. Y además tienen nombres mucho más divertidos que en España, como Puercoespín”.

– Etiqueta Negra…
“Sí, o Animal Político… Es que tienen talento hasta para poner los nombres. Tú ves todos los días los periódicos, incluso en La Razón que parece la sinrazón, a veces encuentras cosas. Hay un montón de gente que sí intenta hacer las cosas bien y que en la medida que puede arranca bien un reportaje. En ABC incluso he visto cosas muy interesantes, pero son muy pocas y siempre están escondidas”.

– La figura del corrector casi no existe ya en las redacciones, pero ¿escribimos peor los periodistas?
“Sí, escribimos peor. La formación no es mejor que antes, aunque tampoco es que antes fuera espléndida. Los correctores son una figura esencial. En una entrevista que hice para Jot Down a David Remnik, el director de The New Yorker, le pregunté si recortaría el fact check. Me dijo: “Pero si es nuestra seña de identidad…”. Si cortamos eso no somos nosotros. Ese departamento se dedica a llamar a la gente y a comprobar que lo que se publica es cierto. Por ejemplo, me llamarían a mí para preguntarme si he hablado contigo. Hay publicaciones, como el Financial Times o el Wall Street Journal, a partir de las cuales la gente toma decisiones. No te puedes equivocar en una cifra. Y aquí los jefes dicen: da igual, manda lo que sea. ¿Cómo que da igual? No da igual”.

– Decía antes que la calidad por sí sola no va a salvar al periodismo. ¿Qué lo salvará?
“Los que leen el periódico son pocos, muy pocos, pero tenemos que merecer que nos lean, aunque sean pocos. Tenemos que convencer al lector de que si tú lees lo que nosotros estamos publicando vas a estar mejor informado. El lector inteligente que está dispuesto a pagar por informarse ahora vive en la ficción de que se puede enterar de todo a través de Internet. En Internet, decía también Remnik, fluye la misma cantidad de porquería, en porcentaje, que en el quiosco. Te vas a un quiosco y hay mucha basura, igual que en una librería. ¿Cuál es nuestro trabajo? Nuestro trabajo es jerarquizar. Diferenciamos lo que es correcto de lo que es incorrecto. Los periodistas somos una herramienta profesional que tiene la sociedad para fiscalizar a los políticos. Pero es que nosotros hemos dejado de hacer ese trabajo. Aquí en España ni te digo. Estamos alimentando que la gente piense que somos innecesarios. Y, encima, nos hemos entregado a Internet, no hemos entendido Internet. Como decía David Simon, el creador de The Wire, se ha despedido a gente antes de que naciera Internet porque creíamos que todo era beneficio. Llegó y todos estábamos desarmados. Y ahora que internet es importante tampoco lo entendemos. En España te regalamos por la noche el contenido del día siguiente. Tú no estás valorando lo que estás publicando”.

 

Foto de FRAN PALLERO
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– ¿Y merece la pena que los periódicos locales publiquen información internacional cuando se limitan a copiar y pegar, muchas veces sin el conocimiento necesario ni siquiera para editar correctamente?
“El periodismo local es muy interesante. Es la primera escuela del periodismo, como eran los sucesos antes en Estados Unidos. Si se cae un edificio aquí tú puedes ir a cubrirlo. No es caro. Coges la guagua, como dicen aquí, o vas andando. El problema es que hemos perdido el mecanismo de que si se cae un edificio lo primero que hay que hacer es salir corriendo hacia el edificio que se ha caído. Ya no hacemos eso. Ahora lo que hacemos es llamar a los bomberos, a la policía… y luego ya, si eso, vamos al edificio. Y mientras tanto algún inteligente se puede poner a buscar en Google cómo era antes el edificio. Recuerdo que en Madrid se quemó un edificio en la calle Carranza y la historia era un chaval que se metió a sacar gente que estaba atrapada. Y esa era la historia, no el edificio. Si quieres tener un enfoque distinto tienes que ir. Debe ser tu primera reacción. Luego, por supuesto, hay que llamar al jefe de policía, a los bomberos… , pero si no vas no tienes ninguna historia.  Y eso no es un problema de dinero”.

– Dijo Umberto Eco en una entrevista reciente que los periódicos de papel están abocados a convertirse en semanarios. ¿Está de acuerdo?
“Hay una tendencia a esto. El New York Times, con todos sus defectos, añadió hace varios años, ocho o diez, una suscripción que se llamaba long weekend, que incluía viernes, sábado y domingo. Ahora mismo todo el mundo está pensando en el fin de semana, en acabar haciendo algún tipo de edición especial de fin de semana, de papel, y el resto del tiempo pasarte a la web. No lo sé. Es interesante que aquellos medios que han nacido en Internet, como eldiario.es o infolibre, tienen papel”.

– Sí, para productos puntuales y exclusivos…
“Demuestra que hay una querencia al papel. El papel sigue siendo importante. Para empezar, la publicidad prefiere el papel. Hay un dato muy interesante de hace algunos años. El New York Times midió el índice de lectura del papel por persona y era de 45 minutos durante el fin de semana, el mismo tiempo que se empleaba durante todo el mes para leer la web. Una persona que está viendo el papel se supone que atiende más. Porque si te vas a los datos de cualquier blog, ves que una entrada puede tener como mucho un minuto o minuto y medio de presencia.  Y tener a un periodista fuera de la redacción cuesta dinero, pero también tenerlo dentro”.

Los medios en España no hacen grandes reportajes ni investigan”

– Hablando de periodistas que están fuera, ¿cómo ve la situación de los freelance hoy? Entre la precariedad –se van a la aventura y luego intentan venderle a algún medio la información- y los secuestros televisados como el de Marc Marginedas, Ricardo Vilanova y Javier Espinosa en países como Siria, ¿van a desaparecer los corresponsables? ¿O al menos vamos a tener a menos personas contándonos qué pasa en el mundo porque hay miedo?
“Miedo en Siria sí, porque en Siria no se puede trabajar si no estás con el régimen. Es una pena para los civiles. La verdad es que hay un cambio importante a partir de 2003 para los periodistas que cubren este tipo de informaciones. La insurgencia iraquí, con la presencia de Internet y las redes sociales y sobre todo de las grandes cadenas de televisión como Al Arabiya y Al Jazzera, no necesita a los periodistas extranjeros. Siempre le ha gustado la parte débil, en Bosnia, en todas partes, pero aquí cambia radicalmente por la presencia de las redes sociales y porque empieza a tener la sensación de que nosotros somos espías. Ya no nos necesita y nos empieza a tratar de otra manera. Las primaveras árabes, Egipto, Túnez, Libia, crearon la sensación de que volvíamos al mundo ordenado en el que se nos recibía bien. Pero no. En Siria van muy mal las cosas, pero es que es muy importante que nosotros estemos ahí. En Yemen, por ejemplo, la transmisión de falsedades es constante. Para Estados Unidos, Yemen simplemente era un país que podía atacar a Al Qaeda, que parece ser que es donde nació de verdad, con los drones. Ahora se están produciendo cambios interesantísimos en la política internacional, por ejemplo, que el gobierno iraní sea un aliado más serio y más fiable que Arabia Saudí, cambios en Israel… Es decir, que se están produciendo cambios que sí podemos contar. No obstante, hay datos alarmantes, como los de la Unión Europea, que vive una de sus mayores crisis de identidad y tiene una caída de periodistas acreditados allí. Es cierto que, igual que las redacciones se becarizan, la cobertura exterior se freelanceriza, o como se diga. Vivimos de freelancers, pero tampoco es grave que vivamos de freelancers. No me parece mal que sean los freelancers los que lleven el peso; sí me parecen mal las condiciones de trabajo: que no tengan seguro, que la empresa que les está pagando las crónicas les pague una basura. Creo que sería muy importante que los medios estuvieran obligados a publicar cuánto pagan a los colaboradores. Y si los lectores ven que se está pagando una crónica desde Siria a 50 euros decidan no volver a comprar ese periódico. En el mundo anglosajón el periodismo freelance va con unas condiciones muy claras. El medio te paga los gastos y te paga una cantidad por tu trabajo. Por ejemplo, a Samuel Aranda, que ganó el World Press Photo, cuando estuvo en Yemen, el New York Times le pagaba 200 o 250 dólares por día y tardó un mes o más en entrar. Y se lo pagaron aunque no estuviera dentro del país. Luego, claro, cuando sacó las fotos que sacó… Se trata de apostar por la calidad. Yo sé que tú eres bueno y apuesto por la calidad y voy a pagarte por tu trabajo. Hay una revista francesa, 21, que es trimestral y paga muy bien. No tiene publicidad. Se financia porque vende 60.000 ejemplares. En España, una revista, con temas nacionales e internacionales, de alta calidad, trimestral, ¿vendería 60.000 ejemplares? Es que el problema también es de la sociedad. ¿Sabes? Me gustan muchas cosas de Podemos, pero también hay otras que no me gustan. Y una es que han infantilizado el discurso con lo de la casta. Te dicen que hay una clase política mala y una ciudadanía buena. Y no es así. La clase política mala sale de una ciudadanía mala. Hay que regenerar la ciudadanía”.

– Hay una tendencia a no tener responsabilidades sobre nada.  Es sorprendente, por ejemplo, que muchas críticas hacia los periódicos vienen de ciudadanos que nunca leen periódicos…
“Uno de mis tuits favoritos es el que dice que yo soy responsable de lo que escribo, no de lo que tú lees”.

– ¿Los periodistas tenemos que ser marcas? Usted tenía una firma cuando se marchó de El País, lo que ha hecho que muchos lectores le sigan en otros medios..
“Sí, eso es evidente. Cuando empezó Internet siempre he tratado de estar enterado de cómo funciona todo esto, porque tenía muy claro que aquí en diez minutos te quedas analfabeto. Siempre me ha interesado Twitter, Facebook… Fui uno de los primeros que se apuntó a Facebook. Algunos compañeros me decían que eso era para ligar. Y yo les decía: “¿y qué pasa si es para ligar?”. Me hice el blog aconsejado por unos amigos de El País, después de una experiencia con los soldados americanos en Irak. No conseguí explicar lo que quería hacer y al final hice una especie de diario de viaje para mí, como un gran reportaje. Pero podría haber sido un blog. Cuando me monté el blog me di cuenta de que esto era el bote salvavidas. Cuando mi pareja me decía: pero por qué le dedicas tanto tiempo al blog, yo le decía “porque es mi bote salvavidas”. No ya el blog, pero jugar con la marca es importante. La marca más importante es el periódico. Tengo clarísimo que tengo la marca que tengo por haber estado en El País. Por eso yo no he criticado a El País cuando me he ido. Aparte que el rencor es una cárcel, no puedo criticarlo. Me ha dado 20 años maravillosos y me ha formado como persona, como periodista. La legislación laboral permite despedir y hay un director o unos directivos que han decidido elaborar la lista de esta forma, y en la que han incluido gente que te caía mal o por lo que sea”.

– Ese expediente de regulación de empleo y muchos otros han hecho que muchos periodistas estén en la calle, pero también que nazcan muchos medios: eldiario.es, infolibre… ¿Eso ha hecho que se haga mejor periodismo o que se cubra un espacio que estaba desierto?
“La gente que toma decisiones sigue leyendo El País, La Vanguardia…, pero cada vez más se están mirando los nuevos medios. Ahora mismo, los chicos que están en la facultad no deben esperar que cuando salgan los contrate una empresa y les pague una basura por mirar una pantalla… Si ahora montar un medio es muy barato… Si fracasas, pues haces otro. La Marea, por ejemplo, es un medio bastante serio. Ahora, además, están saliendo medios con nombres que parecen latinoamericanos, por la originalidad: Ballena blanca, Fiat luxe. La crisis es un momento de arriesgarse un poquito, ¿no? Yo creo que tarde o temprano, la ciudadanía va a reconocer el buen hacer y la calidad periodística. Lo que pasa es que estamos en un pozo absoluto”.

– ¿Cuál es el peor pecado de los periodistas hoy?
“El peor pecado es cualquiera que afecte a tu credibilidad o a la credibilidad de tu medio. Si piensas en despedir a alguien de tu medio debe ser porque afecta a la credibilidad. Por ejemplo, te inventas una noticia. Pues esa es una razón fundamental para echar a un periodista inmediatamente. Me llama la atención la campaña contra Podemos que se está haciendo. A Podemos se le puede criticar de muchísimas formas, pero a veces es una cosa desmedida. La campaña favorable a Ciudadanos también es desmedida. Ciudadanos es muy interesante. Me parecen muy interesantes muchas propuestas de Ciudadanos, me parece muy interesante Albert Rivera. Tenga los defectos que tenga, es un tipo que está en el mismo canal de Podemos de regeneración de la política. Hay dos partidos que están en ese canal pero que no han sabido encontrar al elector. UPyD, por un lado, e Izquierda Unida, por otro. Se están produciendo cosas muy interesantes, pero los periodistas nos seguimos quedando en el humo. No estamos contando los cambios sociales. Todo está lleno de periodismo declarativo. Mira lo que han tardado en entrar los desahucios en los medios de comunicación… Quiero decir hablando de personas, no de cifras. Ahora estamos contando la inmigración, se ha hundido otro barco en Sicilia con 40 personas, y son todo números. ¡Son personas!”.

– Habla de la diferencia entre números y personas. ¿Qué le parecen los hashtags que han surgido para visibilizar los 147 muertos en la Universidad de Garissa o los cientos de niñas secuestradas por Boko Haram en Nigeria?
“Todo es puro espectáculo, es todo vaciedad. No tenemos una estrategia, no tenemos un plan, no sabemos qué decir… ¿Defendemos los derechos humanos? ¿Defendemos el buen periodismo? Si analizas la información de las niñas de Boko Haram es de cachondeo. Hablamos de 200 chicas, luego dijimos que se habían escapado unas cuantas, pero es que ahora vuelven a ser 200. Y, además, es que no son 200, son muchísimas más. Hay más de mil que están secuestradas. ¿Por qué hablamos de 200? ¿Por qué no contamos el problema de Nigeria? Todo es un espectáculo, un trending topic. Saramago lo dijo hace mucho tiempo en una charla en el máster de El País y Polanco comentó luego: “Nos ha regañado”. Esa regañina sigue siendo válida. Hacemos un periodismo de espuma, de superficie, no buceamos, no vemos qué hay debajo, y lo que hay debajo es lo importante. Por ejemplo, ¿Por qué hoy están registrando la casa de Rato? Porque hay elecciones dentro de un mes. Después, hay un partido que ha nacido y otro que acaba de nacer, una serie de movimientos como 15M para Rato , partido X, etc, que llevan trabajando mucho en esto. Y sobre todo hay una hartura ciudadana muy grande. Eso está modificando algunos comportamientos. Y no somos capaces de ver eso, porque para analizar eso tenemos que hablar con gente inteligente, hacer reportajes… Todo está mediatizado. Incluso el lector, cuando va al quiosco, está mediatizado. El lector ya no va a comprar información, si es que alguna vez lo ha hecho; va a comprar sus prejuicios. Quiere alguien que le diga lo que piensa. El lector ha dejado de hacer su trabajo. Ahora he hecho un libro con Monedero, es una entrevista larga de 10 horas. Yo hago mis preguntas y él hace sus respuestas: el lector tendrá que hacer su parte. Yo no te voy a decir lo que tienes que pensar de Monedero. Hago mis preguntas y en algunos casos no repregunto porque considero que esa ambigüedad suya en ciertas respuestas tiene mucha información. Un lector sacará una conclusión y otro lector otra. Estamos premiando al lector que no quiere hacer su trabajo y estamos castigando al lector que sí tiene ganas de tener una participación. Las redes sociales permiten una participación mucho más activa. Es algo que deberíamos aprovechar”.

– Durante mucho tiempo, en los periódicos de esta isla a los periodistas se nos ha dicho que teníamos que hacer informaciones para el lector de un determinado barrio o de una determinada zona. Vamos, para que lo entendiera todo el mundo…
“Hay un director que me decía: ¿Esto lo va a entender doña María de Alicante? En el Wall Street Journal, que junto al Financial Times es la biblia económica, siempre que dicen inflación dedican tres palabras para explicar qué es. Y lo compran banqueros y empresarios. Es que explicar las cosas es parte de nuestro trabajo. Si tú analizas las secciones económicas de la mayoría de los medios, no hay quién las entienda, porque estamos repitiendo cosas que tampoco entienden los que las están diciendo. O que las están diciendo así para que no las entendamos. ¿Por qué habla De Guindos como habla? Repetimos los tecnicismos, una especie de lenguaje burocrático que hace que todo esté burocratizado. Tenemos que romper eso. Mira un tipo como Évole: es que hace su trabajo. Juega con la televisión y con el espectáculo, pero lo hace muy bien. Juega a veces el papel de ingenuo y dice: “No me diga, no sabía eso..”. Y consigue que el entrevistado se olvide de que es una entrevista de televisión y diga barbaridades, como Jaume Matas. Ese es su trabajo. El informativo más visto, más visto que el de Televisión Española, es el de Wyoming. Es para preocuparnos. No por Wyoming, que hace un trabajo estupendo. En el libro de Monedero, él decía algo que dará que hablar. Se metía con el Intermedio, porque decía que es parte del sistema, porque si nos reímos de las noticias es que no nos tomamos en serio las noticias. Yo ahí no estoy de acuerdo. Pero creo que tenemos que tener medios con códigos éticos que transmitan información de calidad. Es que si analizas el Intermedio te enteras de más cosas que si ves el telediario, que no te enteras de nada porque está hecho para eso”.

– ¿Qué medios españoles recomendaría leer?
“Yo paso por los españoles, pero leo más cosas de fuera. Creo que El País sigue siendo un medio por el que hay que pasar si quieres enterarte de lo que pasa. El Mundo tiene algunas cosas, pocas, pero tiene. Por ejemplo, Javier Espinosa, diga lo que diga. No soy muy objetivo al decir esto, porque trabajo ahí, pero Infolibre me parece un buen periódico para los medios que tiene, lo hace bien. El Periódico de Cataluña también. El Confidencial, aunque es conservador, me gusta bastante. Me parece un medio inteligente. Y luego leo los cuatro de deportes. El Sport es fundamental. Si yo fuera Rajoy dejaría de leer el Marca y compraría el Sport. El Sport trabaja desde un tono que está un poco en la línea de CIU. Si lo leyera entendería mejor a ese tipo de catalán. A partir de ahí, por supuesto, leo el New York Times, el Guardian…”.