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Ser mujer y hacer carrera académica

Hace años que hay más mujeres estudiando que hombres; además, tienen mejor rendimiento académico. / DA
Hace años que hay más mujeres estudiando que hombres; además, tienen mejor rendimiento académico. / DA

SARAY ENCINOSO | La Laguna

Más y mejor formadas, pero infrarrepresentadas en los órganos de gobierno y en el mundo académico. Las mujeres constituyen el 57% del estudiantado de grado de la Universidad de La Laguna (ULL), el 59% del alumnado egresado y la mitad de los doctorandos, pero a partir de ahí se acaba el equilibro: la carrera académica sigue blindada para ellas. Marisa Tejedor es la única mujer que ha ocupado el despacho del Rectorado, solo alrededor del 20% de las cátedras está en manos de mujeres y un porcentaje demasiado alto tiene contratos a tiempo parcial. La crisis, además, amenaza con boicotear el lento y complicado ascenso de la población femenina.

La Unidad de Igualdad de Género de la Universidad de La Laguna (ULL) lleva varios años trabajando para cambiar una realidad que no es patrimonio de la ULL, sino que se repite en todo el país e, incluso, en gran parte de Europa. Ellas continúan teniendo más obstáculos que ellos para desarrollarse profesionalmente: las responsabilidades familiares siguen asociadas a abuelas, madres e hijas.

Sara García, directora de la Unidad de Igualdad de Género, explica cómo funciona el “efecto tijera” a medida que avanza la edad y el desempeño intelectual se incrementa: “Las mujeres acumulan muchos más contratos a tiempo parcial y muchos menos cuando hablamos de funcionariado. En los órganos de gobierno directamente desaparecen de la mayoría de los puestos”.

Los datos son contundentes. En la Universidad de La Laguna, los hombres copan el 80% de las cátedras, frente al 20% de las mujeres. “Esta desproporción no se da solo en la Universidad de La Laguna, sino en todas las universidades”. El paso del tiempo y la crisis están jugando en su contra. Algunas se están jubilando o muriendo sin que el reemplazo esté garantizado. “No tengo tan claro que vaya a haber más catedráticas en las próximas generaciones; estamos encontrándonos con unas barreras de género que, lejos de desaparecer, en algunos casos se están fortaleciendo. A medida que las situaciones de precariedad laboral son mayores, las mujeres tienen más complicado conciliar los diferentes roles que aún las persiguen”. Cuando la carrera profesional avanza se produce un efecto que se llama “la tubería que gotea: las mujeres se van perdiendo en el camino”. Esta ausencia no solo es injusta, sino que implica un despilfarro económico. “Después de formarlas, las subempleas. Y no tiene nada que ver con las capacidades de hombres y mujeres, sino con los obstáculos con que se van topando, y que son consecuencia de cómo está estructurado el mercado de trabajo en las universidades”, apunta García. “Las desigualdades cada vez son más sutiles. La gente cree que está todo hecho porque ve a las chicas estudiando, pero luego cuesta mucho más encontrarlas en puestos de responsabilidad”. Todavía hoy “las mujeres eligen tener familia en vez de prosperar en su carrera académica; la maternidad es un obstáculo y las mujeres lo saben”. Para transformar este escenario, este departamento presentó hace un año un diagnóstico del estado de la Universidad que tituló La (des)igualdad de género en la Universidad de La Laguna. Desde entonces han llevado a cabo distintos cursos para que los profesores apliquen la perspectiva de género en sus aulas. Sin embargo, solo algo más del 1% del Personal Docente e Investigador (PDI) había acudido a alguno el curso pasado.

El PDI es, además, un colectivo que apenas tiene reconocidos derechos de conciliación, algo que no ocurre entre el Personal de Administración y Servicios (PAS). La Unidad ha llegado a la conclusión de que para transformar este contexto hay que trabajar mucho con el lenguaje y no limitarse a luchar contra la economía lingüística. “Es muy importante saber que, por regla general, ellos van a hablar más que ellas en clase porque están socializados para ocupar el espacio público; ellas no, son más retraídas. Si el docente desconoce esta realidad, piensa que ellas no hablan porque no están interesadas. Se enteran de que son brillantes cuando corrigen sus exámenes”.

Las cifras son importantes. “Demuestran que no nos quejamos por gusto. Y seguiremos dando la lata hasta que ya no haya motivo por el que hablar”.

Un protocolo para detectar y prevenir el acoso sexual y sexista

La Universidad de La Laguna aprobó recientemente el Protocolo para la detección, prevención y actuación en los supuestos de acoso sexual y de acoso sexista.

Esta herramienta protege a víctimas de agresiones sexuales, pero también pone coto a otras formas más camufladas de intimidación. Se trata de los casos “de acoso sexual ambiental”, es decir, entornos laborales o académicos hostiles o humillantes para una persona sin que exista una conexión directa entre requerimiento sexual y una posible consecuencia laboral o académica evidente (despido, traslado, promoción, suspenso, etc.).

Este tipo de acoso se manifiesta en comportamientos ofensivos como bromas, chistes , gestos de contenido sexual desagradables o comentarios sexuales que resultan molestos. Además, incluye el acoso “por atención sexual indeseada”, conductas más sutiles pero igual de desagradables para la mujer en las que tampoco media el chantaje para conseguir favores sexuales.

Por ejemplo, la mujer tiene que escuchar comentarios sexuales sobre su persona o una especial atención y amabilidad que le resulta incómoda al percibir un interés que no desea corresponder en el futuro, y es objetivo de miradas incómodas o supuestos rozamientos “accidentales”.