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El uniforme electoral – Por Juan Luis Calero

Hay tantas ganas de no perder poltronas y poderes, despachos y privilegios, halagos y entrevistas en primera página, que los candidatos a las próximas ya están con la sonrisa de oreja a oreja desde que el lucero del alba nos señala el nuevo día. Y es lógico. Se muestran amables todos ellos en los mercados y por las calles repletas de primavera; es tiempo de saludos aquí, en este bareto, allá, en esa romería de vacas rojizas, papa arrugadas, vino perrero y sombreros con telaraña. Las promesas políticas se desbordan en torrentes almibarados a través de las emisoras de radio, hacen trizas con lo que vemos hoy en primera línea y nos prometen, todos ellos, un futuro acaramelado por el pleno empleo, casi. Y luego están las vallas publicitarias que nos enseñan a quienes comandarán las listas de los diversos partidos políticos, con fotos gigantescas que jamás serán reales sino que forman parte de este de gigantismo que nos toca muy de cerca. Por un lado, los aparatos se achican para que los consumamos y los transportemos mejor y las imágenes, por otro lado, se agigantan para destacar en medio de la confusa nebulosa que forman las más variadas estrategias de comunicación.

En estas últimas semanas, antesala del gran día electoral, los especialistas en comunicación se la juegan y se les ve venir de tal manera que los candidatos que encabezan las listas aparecen uniformados con camisa blanca casi todos ellos, chaqueta azul marino y corbata invisible. El desespero y la simultaneidad informativa tal vez sean las causas de este presentarse en serie ante el electorado, como si hubiera un cansancio creativo, un desgaste de ideas en los gabinetes que se ocupan de maquillar la uniformidad sin conseguir dar con el contraste. El azul es el color del alma, simboliza la amplitud del horizonte que nos dibuja el mar a lo lejos, es la tonalidad cromática del dios de la medicina budista y recuerda el mundo celeste que aparece en los cuadros cristianos, en el arte bizantino. El azul es el mar intimista de Saulo Torón y la mirada universal de la poética de nuestro Tomás Morales. Esta combinación de azul y blanco ha hecho que los políticos de las próximas nos sonrían iguales, rejuvenecidos desde las vallas, en los bordes de las carreteras, en las entradas y salidas de los aeropuertos, como una fugaz visión uniformada con chaquetas azules similares y camisas blancas, inmaculadas, puras y sin manchas para afrontar el nuevo mandato.