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El voto emocional – Por Juan Pedro Rivero

Cuando está concluyendo el mes de abril y vamos a estrenar el mes de mayo, para nosotros debe estar en el horizonte, porque restan poco más de veinte días, las próximas elecciones municipales. Tenemos un mes para tomar, en serio, una decisión. Y, como siempre, hemos de hacerlo con responsabilidad, espíritu cívico y, sobre todo, con cordura e inteligencia. No está de más que recordemos que la próxima campaña electoral debe tener como criterio de juicio y acción nada más y nada menos que el bien común. La sociedad de la información y las redes sociales nos ofrecen la posibilidad de acceder a la lista de candidatos y al contenido de los programas electorales de los partidos que se presentan. Los debemos conocer, leer, pensar, y hacerlo con inteligencia. No puede ser criterio el atractivo del candidato o candidata. Votar con responsabilidad exige conocer con exactitud el contenido de las propuestas que presentan para los próximos cuatro años. Si no sabemos qué pretenden, ¿cómo les podemos dar nuestra confianza? No es responsable el voto emocional. Es necesario que comencemos, con anticipación, a apropiarnos serenamente de los elementos que contribuyen a que logremos una adecuada formación socio-política para actuar con la cordura y la responsabilidad que necesita nuestra sociedad. Porque no se trata de decidir con qué marca de yogures llenamos la nevera. Nuestra decisión no nos va a afectar sólo a nosotros, sino que es una decisión con serias repercusiones sociales. Esto exige que asumamos en serio nuestra participación en la vida social, informándonos de la realidad que vivimos, conociendo los candidatos que se presentan para cargos públicos, eligiendo con libertad y responsabilidad a los mejores. En las sociedades democráticas todas las propuestas son discutidas y examinadas libremente. ¿Por qué? Porque una auténtica libertad no existe sin la verdad. Verdad y libertad, o bien van juntas o juntas perecen miserablemente. No podemos decir que participamos responsablemente en las próximas elecciones, si no nos tomamos la molestia de conocer bien las propuestas electorales de quienes se presentan, si no nos esforzamos en conocer personalmente a sus candidatos y si, con sentido de responsabilidad, no elegimos a quienes consideramos los mejores. La madurez democrática de nuestra sociedad exige superar ya el voto emocional.