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Alberto Domínguez: “El gofio tiene efectos muy beneficiosos para el corazón”

Foto SERGIO MÉNDEZ
Foto SERGIO MÉNDEZ

ANASTASIO CABRERA | Santa Cruz de Tenerife

Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de muerte en el siglo XXI. Junto a los grandes avances, con fármacos de ultimísima generación y adelantos quirúrgicos de vanguardia, los responsables de velar por la salud pública prestan atención preferente a la prevención, y un pilar importante es la alimentación. Un estudio realizado en el Hospital Universitario de Canarias (HUC), liderado por el cardiólogo Alberto Domínguez, ha sorprendido recientemente por sus resultados. La sencillez y cercanía de un producto, el gofio, presente en la dieta de muchos canarios, tiene el valor intrínseco de ser un elemento a tener en cuenta por su directa contribución en minimizar los riesgos de las enfermedades coronarias. Las conclusiones del ensayo clínico las ha recogido la Internacional Journal of Cardiology, una de las publicaciones de mayor prestigio y difusión a nivel mundial entre los profesionales de esta especialidad médica.

-¿Cómo surge el estudio?

“El estudio surgió como consecuencia de la atención que prestamos a lo que nos venían diciendo los pacientes. Nos llamaba la atención que personas con edades comprendidas entre los 70 y 80 años tenían mejor capacidad funcional. Les preguntábamos por sus hábitos de vida y todos respondían que en su alimentación no faltaba el gofio. Estamos ante una generación que se alimentó y se sigue alimentando de manera sana, que inicia el día con un desayuno a base de leche y gofio”.

-Un ejemplo a seguir…

“Lamentablemente, lo que fue hábito mayoritario durante muchos años no tuvo continuidad en las generaciones siguientes, y eso se nota, especialmente ahora, que coinciden otros factores de riesgo; y por ello el alto nivel de enfermedades coronarias que tenemos. La observación que hicimos es fruto del diálogo con los pacientes, que nos llevó a formalizar un estudio para conocer si lo que intuíamos tenía alguna base. Quiero agradecer la constante colaboración que he tenido por parte de la doctora Julia González y de la enfermera María del Carmen García, ambas del HUC, así como de Pablo Avanzas, del Hospital Universitario Central de Asturias; de Pedro Abreu, del Departamento de Ciencias Médicas Básicas de la Universidad de La Laguna, y de Alejandro Jiménez, también del HUC. Estudiamos entre los años 2007 y 2014 a un total de 1.358 pacientes, mayores y con síntomas de dolor de pecho, a los que se les solicitó prueba de esfuerzo para evaluación diagnóstica”.

-¿Qué virtudes tiene el gofio que no poseen otros productos?

“Es curioso, pero en más de una ocasión me lo he preguntado, y nos lo hemos cuestionado todos los que desde un principio nos vimos trabajando en este estudio. Nuestro gofio es una harina que al no estar procesada conserva su valor nutritivo y contribuye a reforzar las paredes celulares de las arterias coronarias. Junto a su riqueza en hidratos, proteínas y vitaminas hidro y liposolubles, contiene ácidos grasos poliinsaturados que tienen un efecto muy beneficioso en la pared interna de las arterias del corazón”.

-¿Estamos ante un pilar importante en la medicina preventiva?

“El gofio está al alcance de todos, y los resultados del estudio vienen a señalar que debemos incorporarlo a la dieta cotidiana. Las enfermedades cardiovasculares son, a nivel mundial, la primera causa de muerte, y los gobiernos de todo el mundo tratan de poner en marcha programas de prevención por entender que de su éxito dependerá un importante ahorro económico. Las medidas a tomar por la población son claras y sencillas; las reiteramos constantemente, pero no suelen encontrar la respuesta que deseamos. Una sociedad como la nuestra está imbuida en numerosos mensajes y los problemas los vamos desplazando por entender falsamente que son de otros y no nuestros. Los resultados finales son harto preocupantes”.

-¿Qué procedimiento siguió para avanzar en el estudio?

“Nuestro trabajo nos llevó a comprobar en los pacientes el deterioro que se da en las paredes internas de las arterias. Establecimos relaciones entre los factores de riego y sus efectos, y nos sorprendió la gran resistencia de los mayores, que hacían alarde de su alimentación sana, en la que está presente el gofio. Elaboramos un cuestionario de adherencia a la dieta mediterránea, con 14 puntos. Contando con el consentimiento de todos nuestros pacientes, observamos que de ellos 597 tomaban gofio de forma habitual y 407 no lo hacían. Junto a los datos de filiación nos interesamos por los factores de riesgo y estandarizamos unos valores; los relacionamos con las pruebas de esfuerzo que les realizamos, partiendo de la sintomatología que presentaban, del dolor de tórax, que se podía corresponder a un dolor isquémico o no. En caso negativo lo descartábamos, y si daba positivo se contemplaba si requería una angiografía coronaria o bien el cateterismo, y observamos si había lesión en las arterias”.

-¿Le sorprendieron los resultados que obtuvieron?

“El estudio no iba orientado a la persecución de un resultado que hubiéramos previsto. Hemos llegado a unas conclusiones, que se corresponden con lo previsible y que se sustentan en los datos obtenidos. El 75,5% de los pacientes estudiados tomaban gofio, y de estos casi el 60% respondió de manera excelente a las pruebas que les realizamos. Los factores de riesgo son muy superiores para los que no siguen la dieta mediterránea y suman además otros factores de riesgo”.

-En definitiva, es un buen aliado…

“No podemos hablar del gofio como un producto milagro. Tiene sus efectos, pero no puede actuar solo. Si el paciente fuma, no hace ejercicio, lleva una dieta rica en grasas saturadas, y piensa que con desayunar leche y gofio va a estar bien, debe saber que su salud se está resintiendo y que le va a pasar factura más pronto que tarde”.