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Amor y libertad – Por Miguel L. Tejera Jordán

Prometo a mis lectores que hasta el domingo posterior a las elecciones locales, (en nuestro caso también insulares) y autonómicas, no volveré a hablar de los políticos. Pero no porque sea un presuntuoso y piense que mis opiniones pueden influir en los electores. Todo lo contrario. Que los electores decidan por su cuenta y que me convenzan a mí de que van a ir a votar en conciencia y por el programa que más les guste. No hablaré hasta entonces de los políticos, porque estoy hasta la coronilla de todos ellos. En España hemos pasado de las monarquías absolutas de la Edad Moderna a dos repúblicas que no prosperaron, una dictadura que duró cuarenta años, sin que nadie dijera ni pío, para arribar a una democracia absolutista regida por dos partidos mayoritarios que se repartieron los roles del gobierno y la oposición para hacer y deshacer este país sin contar con nuestros deseos o nuestra voluntad. Perdón. Me corrijo: claro que obtuvieron nuestros votos, cuantitativamente.

Pero no entendieron nada de lo que les hemos estado diciendo cualitativamente durante estas últimas décadas. Y ahora, lo que toca, es mandarlos a freír chuchangas, con viento fresco, para que entre savia nueva y regenera la flora. O se nos mueren los árboles por falta de nutrientes de la tierra y de luz solar, o sea, transparencia, que es lo que falta. Así es que bienvenidos los emergentes, los pequeñitos, los que vienen a joderle la marrana a los grandes, a los mandamases, a las hijuelas de Felipe, José María, José Luis o Mariano. A pactar. Será el verbo de moda. Yo pacto, tu pactas, el pacta, nosotros pactamos, vosotros pactáis. ¡Ay! Y ellos pactan… A ver si es verdad que nosotros pactamos que se obliguen a pactar, para que nadie se suba a la chepa de nadie. Vengan los pactos. O cierren el quiosco. Yo empiezo por hablarles de amor y libertad. La de Adán y Eva. Fugados de las rejas de un zoológico mallorquín. Y muertos. Ella, a tiros del Seprona, porque era una simia peligrosa. El macho, ahogado en una charca. ¿Peligrosa la simia? ¿Habrá mayor peligro que votar por Esperanza Aguirre? ¿O que Alarcó se convierta en alcalde de La Laguna? ¡Válgame Dios!, lo que hay que escuchar. Propongo una rebelión a bordo en el planeta de los simios… Se da la circunstancia de que no soy Shakespeare, ni Juan Eugenio de Hartzenbusch. Si lo fuera, estaría muerto y enterrado, como ambos. Pero como quiero vivir, les hablo de las rejas del zoológico y del porqué la pareja de simios escaparon de ellas. Isabel y Mansilla, Romeo y Julieta, amantes en busca del Edén inexistente. Y muertos por intentarlo. La representación teatral ha terminado: llegó Cristóbal Montoro y mandó apagar la luz. Así que todo el mundo a la calle. Abandonen el teatro y pónganse a la cola de la Agencia Tributaria. Que hay que pagar la renta. Para que la ruleta siga girando. A favor de Rato, Blesa, Granados y un sinfín de nombres y apellidos que no figuran, no aparecen, porque están bien resguardaditos detrás de los bastidores. Menos mal que dicen que habrá huelga en el fútbol. Este país empieza a tener un poquito de sentido común. Que cunda…