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CEIP Teófilo Pérez: escuela de tradiciones – Por J. Carlos Hernández

El colegio Teófilo Pérez emprendió, allá por el año 1979, una singladura cultural en la que como fundamental tarea tenía la preservación de las costumbres culturales y populares de aquellas tradiciones con las que el municipio de Tegueste se definía en todo el ámbito de la identidad canaria, y como principal valedor del mantenimiento de su acervo histórico en el ámbito escolar, que en profundidad eran el arraigo de este pueblo y con el que principalmente la Villa de Tegueste es reconocida en toda la geografía isleña y regional. Fueron unos cuantos alumnos los que en ese 1979 decidieron emprender esta importante tarea, como era la confección de una carreta para la tan popular “romería”, en colaboración también con unos cuantos maestros que vieron en aquella idea algo que desde el punto de vista pedagógico era increíblemente positivo. Primero, porque se abría la oportunidad de introducir en el colegio otras formas de entender la educación, al poner en marcha un modelo de escuela creativa y participativa, convirtiéndose en un proyecto que desde el punto de vista social cambiaría notablemente la percepción de los alumnos hacia las formas que sistemáticamente eran dominantes en las disciplinas educativas. En definitiva, se constituyeron en ejes de unión entre alumnos y maestros que marcaron dosis de amistad y culturalidad, que aún hoy son símbolo del modelo de su identidad. En segundo lugar, se conseguía algo que de forma sublime se convertiría en la mayor apuesta de un colegio en el objetivo de fomentar, conservar y divulgar ampliamente el acervo cultural y patrimonial que definían la cultura popular canaria y que, ni más ni menos, lo hacía por medio de quienes fueran seguramente la opción más valiosa para lograrlo, los propios alumnos, que desde edades tempranas ya participan en la elaboración de la carreta hasta culminar su formación en dicho centro docente, dejando una huella que perdura más allá de lo imaginado y, cómo no, garantizando así un modelo de continuidad en el desarrollo de las tradiciones, conservando muy vivamente aquello que nos identifica a lo largo y ancho de la geografía canaria. La implicación que año tras año realiza este colegio desde esa fecha, con la realización de la carreta, en la que buena parte de la población docente y padres de alumnos se desviven por el mantenimiento de esta tan admirada idea que tuvieron unos cuantos chiquillos y maestros, es de por sí un gesto que bien merece el apoyo y el reconocimiento de la ciudadanía teguestera y en términos generales de toda la ciudadanía canaria. Más de treinta y cinco años conservando una tradición ya convertida quizás en la mayor escuela de las tradiciones populares canarias que se desarrollan en el ámbito escolar y que, no nos cabe duda, de que la misma ha sido un exponente muy tenido en cuenta por muchos otros colegios que han imitado este maravilloso concepto que merece, desde nuestro punto de vista, el reconocimiento de nuestra mayor institución pública, que es la del Gobierno de Canarias. Este reconocimiento, de ser otorgado, sería importante no tan solo por el hecho de servir de satisfacción de los alumnos, sino también por ser indudablemente un premio merecido hacia la comunidad educativa.

El Gobierno de Canarias tiene en sus manos reconocer institucionalmente y premiar la labor que el Colegio Teófilo Pérez ha venido desarrollando durante más de treinta y cinco años en fomentar, inculcar, conservar y divulgar nuestras más preciadas tradiciones, utilizando la mejor metodología que sin duda mejor refleja la creatividad artística y cultural que se podría emplear con el afán de mantener viva esta apuesta, desde las primeras fases de la educación de Infantil y Primaria. Por todo ello, creo que nuestra más representativa institución debe formalizar los cauces necesarios para proceder con el fin de reconocer institucionalmente esta singladura, convertida ya en todo un símbolo de nuestra cultura popular. Es más, sería un auténtico espaldarazo a todo un sector que bien merece un emotivo y merecido homenaje por tantos años de creación artística, fomentando y divulgando nuestros más preciados valores etnográficos. Sin esta apuesta que se ha venido desarrollando por este colegio en concreto, difícilmente se podría estar hablando del reconocido valor cultural y artístico del que goza la romería de San Marcos, porque sencillamente el colegio ha servido como exponente esencial a la hora de confeccionar artísticamente los paneles que decoran las distintas carretas por ser indudablemente esa escuela la que ha posibilitado la cantera necesaria para mantener viva la continuidad y el derroche artístico que nos ofrecen, comparables desde otro punto de vista con las tan famosas Alfombras de la Villa de La Orotava o los tradicionales Corazones de Tejina, en La Laguna.

En fin, toda una vicisitud, que bien merece el mayor de los respetos y un esfuerzo por quienes ostentan la capacidad pública de trabajar para salvaguardar todo aquello que culturalmente identifica a esta tan noble tierra.