tribuna>

Doble observación – Por Indra Kishinchand

Cada vez que contemplo una fotografía me imagino el momento en el que sucedió aquello que ahora ven mis ojos. Nunca volverá a pasar y lo siento como si todos hubiéramos formado de las historias que cuelgan en paredes de papel.
Sé que nada de lo que guardo puede volver a ocurrir pero también sé que tengo dos memorias: la que puedo recordar con mi cerebro y otra que es (re)construida. Ese relato que se forja a base de sentidos y sentimientos; esa narración insuperable de la vida que coarta la libertad. Es por eso que quiero fraguar existencias que no quepan (únicamente) en fotografías. Que quiero elegir a dónde ir sin importar el destino.

Que quiero explorar aunque sean surcos en la arena. Hoy más que nunca quiero entender por qué la libertad está atada a las monedas. En qué momento decidimos que eran mejor las cárceles de plata que los hogares de barro.

Aún sigo sin comprenderlo. Ni siquiera en mi memoria. Un mundo en el que el oro tiene más valor que la educación es un mundo que evocaré siempre. Del revés.