Edurne Pasabán: “El éxito es bajar, no subir”

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RAFAEL DE MIGUEL/ FOTO: JOAQUÍN PONCE DE LEÓN

Primera mujer de la historia en subir a catorce ochomiles, Edurne Pasabán, dejó la seguridad del negocio familiar para embarcarse en una aventura sin límites. Tras dejar la montaña, ejerce de empresaria y ofrece su experiencia en lo más alto en conferencias como la que dio en Tenerife a los socios de la Asociación para el progreso de la dirección. (APD)

Cuando le preguntaron a Edmund Hillary por qué subió al Everest contestó que “porque la montaña estaba allí”. ¿Cuál es la pulsión que le motivó a dedicarse a la escalada?
Bueno, muchas cosas, pero seguramente que en las montañas me he sentido siempre muy libre. Vengo de una familia muy conservadora, de empresarios del País Vasco, en la que el libro de tu futuro estaba ya escrito antes de haber nacido. Creo que en la montaña encontré esa forma de hacer lo que me gustaba y sentirme libre. Ese ha sido uno de los motivos por los que he escalado tanto.

Es usted de Tolosa (Guipúzcoa) y la comarca está rodeada de montañas. Lo ha tenido usted más fácil que de haber nacido en Lanzarote, por ejemplo…
Bueno…(risas) es verdad que hay mucha cultura de montaña, imagínate que hay tres vascos que han terminado los 14 ochomiles en el mundo habiendo solo 33 personas que lo han logrado. No sé porqué, pero es cierto que hay mucha cultura y también mucha afición.

Entre 2001 y 2011 sube a 14 ochomiles, eso sí que es una década prodigiosa…
Sí, fueron unos muy buenos años en los que tuve mucha suerte. Siempre digo que a veces la suerte te viene sola y otras hay que buscarla, pero sí que fueron buenos.

¿Que le impulsó a conseguir el reto de subirlos?¿No eran suficientes tres o cuatro?
Bueno, empecé con tres o cuatro y nunca pensando en el objetivo de los 14. Cuando hice el octavo sí pensé en hacerlos todos, como reto y proyecto de vida.

El montañismo es un deporte dominado por los hombres…
Es un deporte bastante masculino, hay muy pocas mujeres que lo practican, por lo menos en el himalayismo y es una actividad en la que como en otras muchas cosas en la vida, las mujeres tenemos que pelear.

Y como mujer ¿cómo se ha sentido en la montaña?
Bien, siempre bien, nunca he tenido problemas aunque he estado rodeada de hombres. Me han cuidado y respetado mucho y me trataron como a un igual. Sí es cierto que algunas veces he tenido que demostrar algunas cosas por ser mujer, como que eras capaz, que tenías el nivel necesario. Al principio había recelos pero luego todo fue muy bien.

En la montaña, ¿el hombre es más fuerte que la mujer?
Es verdad que el hombre es más fuerte para llevar peso, para ciertas actividades porque la corpulencia del hombre es mayor, pero luego hay otros factores que nos igualan. Tú puedes ser muy fuerte pero hay factores como la aclimatación y mucho el funcionamiento de tu cabeza. El 75% es la cabeza y el 25% es el físico y en esto las mujeres tenemos los objetivos más fijos, la mente más centrada y creo que en esto tenemos cierta ventaja.

¿Hay muchas mujeres profesionales en el mundo del alpinismo?
Muy pocas. Todavía tiene que pasar mucho tiempo para que se igualen en ese campo las mujeres a los hombres.

¿Qué ha tenido que demostrar en la montaña por el simple hecho de ser mujer?
Igual se pensaban que no iba a tener la capacidad o que no era fuerte… Yo recuerdo hombres que querían subir a un campamento y hacerlo en menos tiempo que yo. Esto era una tontería porque al final yo podía estar mejor entrenada o aclimatarme mejor que ellos o lo que sea, son muchos factores… ese tipo de cosas. Yo me acuerdo que cuando tú eras pequeña e íbamos a hacer dos equipos de futbol para jugar, las niñas éramos las últimas en salir elegidas, aunque en algunos casos jugáramos mejor que muchos chicos. Esto es una cuestión cultural que no ha cambiado.

¿Qué tiene de superación personal subir a un ochomil?
Tiene el reto de superarte a ti mismo, el que aguantes, que tengas la cabeza para estar ahí: tiene más de psicológico que de físico.

¿Qué sensación se tiene cuando se alcanza la cumbre del Everest, del Dhaulagiri, el K2, etc.?
¿En la cumbre? nerviosismo, satisfacción y ganas de bajar, no de disfrute. El éxito es bajar, no subir.

Es ingeniera y empresaria y colabora en una fundación para niños en el Himalaya…
Ayudamos a la educación infantil en el Nepal, que es un país con mucho analfabetismo. Los niños a los ocho años no van a la escuela porque sus padres entienden que es más rentable que ayuden a cargar. Creo que el futuro de cualquier país se basa en la educación. Comenzamos con un proyecto en el que teníamos una escuela en Katmandú y tenemos 100 niños apadrinados para que estudien y lleguen a la universidad.

¿A qué ha renunciado por el alpinismo?
Me hubiera gustado tener hijos, tener familia, tengo 41 años y no tengo relación estable… muchas cosas y eso me pesa muchísimo

Conoce Canarias, ha subido al Teide… ¿qué es lo que más le gusta de esta tierra?
Lo que más me gusta de Canarias es su gente.