ÁNGULO 13 >

El enigma de las cuevas

CUEVAS

POR JUANCA ROMERO HASMEN

En más de una ocasión hemos hablado sobre el verdadero misterio, el que se aleja de conceptos parapsicológicos -poco demostrables en su mayoría- y se aproxima a lo terrenal, a lo que nos rodea y no conseguimos dimensionar. Esta semana nos adentramos en esos agujeros negros llamados cuevas, en los que la imaginación puede echarse a volar para creer en seres amorfos, en vida intraterrestre o incluso en secretos ocultos entre las sombras del tiempo. Para ello rescatamos de la fonoteca de Ángulo 13 una interesante conversación mantenida con el espeleólogo José Manuel Ballester, inquieto aventurero que ha recorrido algunas de las más interesantes cavidades.

-José Manuel Ballester, ¿qué relación tiene con las cuevas?

“Soy espeleólogo. Aquí, en la Comunidad Valenciana, tenemos un grupo de espeleología, y nos dedicamos a eso básicamente, a entrar en las cuevas, a explorarlas, hacer fotografías…”.

-¿Es seguro acceder a estas cuevas?

“Hay muchas cuevas que sí que pueden tener peligros, en las que puede haber gases, aunque son minoría. La clave está en unirse a un grupo que ya tenga conocimientos en cuanto al material adecuado, y seguir unas reglas básicas para poder hacer las progresiones con total seguridad”.

-Estamos hablando por tanto de lugares que no son transitables para cualquiera, que necesitan una preparación… ¿Qué es lo que hace que usted personalmente entre en una de esas cuevas?

“Es un mundo muy atractivo, diferente de lo que estamos acostumbrados a ver en la superficie. Lo compararía con el mundo submarino, que tiene su encanto, su misterio… ya sabes que las cuevas han estado durante muchos años rodeadas de enigmas, y se les atribuía que en su interior vivían extraños seres. Lo que nos impulsa a entrar es esa belleza que el agua al cabo de millones de años ha estado formando, y por muy pesado que en ocasiones sea llegar hasta los puntos donde queremos llegar, la recompensa es muy gratificante, el estar allí, esa paz, ese silencio… es fascinante”.

-José Manuel, por muchas veces que se haya accedido a diferentes cuevas, a diferentes cavidades, ¿se llega a sentir miedo en alguna ocasión en un sitio así?

“Pues no, al principio a lo mejor es posible que tengas un poco de inquietud, porque no es realmente fácil en algunos lugares el ir por dentro; tienes que descolgarte con cuerdas, a veces hay que arrastrarse, llenarse de barro, meterse en el agua helada, o sea, que hay muchas circunstancias que probablemente las primeras veces no lo hagan agradable. Pero bueno, si con el tiempo te va gustando, vas cogiendo el gusanillo, al final ya no puedes remediarlo, y tienes que entrar cuantas más veces mejor”.

-Nuestro país se caracteriza por tener cuevas realmente impresionante, llamativas. No sé si comparándolas con otros países estamos, y que se entienda, en el montón.

“Bueno, en realidad las cuevas más gigantescas están fuera de España, pero en España hay muchos sistemas, sobre todo en la parte norte de la Península, en donde hay cuevas de muchísimos kilómetros. O sea, hay cuevas monstruosas, y muchas de ellas, por el tipo de roca que se da en la Península, poseen formaciones realmente fantásticas. Son cuevas recomendables para visitar, algunas de ellas tienen tramos que pueden ser vistos y visitados con un guía, sin necesidad de equipo. Tienen instalaciones para que la gente pueda entrar, y la verdad es que son muy atractivas”.

¿Cuáles diríamos que son las cuevas más llamativas o aquellas que usted especialmente nos recomendaría visitar o conocer en España?

“En España tenemos algunas de las grandes; por ejemplo, la de Ojo Guareña, que está en Burgos, con un recorrido de más de 100 kilómetros, de los cuales 89 están comunicados entre sí. Lo forman 18 cuevas y simas, y por su interior circulan los ríos Guareña y Trema, e incluso un arroyo, el arroyo de Villamartín. Esta cueva es bastante grande, hay lagos internos, o sea podemos perdernos por ahí tranquilamente y pasar un buen rato. Hay un trozo que se puede visitar. Luego tendríamos el río subterráneo más grande de Europa, que está situado en Vall d’Uxó, en Castellón. Está en una zona donde hay un río, y en la misma base del río, en el talud rocoso se abre la cueva. Esta cueva es conocida desde el Paleolítico superior, y allí ha vivido el hombre primitivo. Tiene un río subterráneo que en la actualidad se sigue explorando, porque todavía no se sabe con certeza la profundidad que tiene, ni dónde va a terminar”.

José Manuel Ballester
José Manuel Ballester

-¿Y fuera del Estado español?

“La más monstruosa de todas es la Cueva Mamut, que está en Kentucky. Su recorrido consta de unos 628 kilómetros de galería en cinco niveles, y tiene varias corrientes subterráneas que forman el Río Verde. En el piso más profundo, a unos 110 metros de profundidad, fluye otro río, el Eco, afluente de este primero, y que en su recorrido de más de un kilómetro tiene zonas que llegan hasta a unos 60 metros de ancho y algunas lagunas en su interior. Luego continuaríamos con la sima más profunda del planeta, que está situada en los Montes de Gagra, en el Cáucaso occidental. Tiene una profundidad de 2.149 metros, lo que la convierte, como te decía, en la sima más profunda de todo el planeta. Se dio a conocer en 2009, y en este momento siguen las expediciones e investigaciones. Parece ser que tardarán mucho en encontrar el final, porque en realidad es algo monstruoso, ¡es una cosa inmensa! En cuanto a ríos subterráneos, al más grande por el momento que se conoce se le denomina Sac Actún. Está situado en el Yucatán, en México, con un recorrido subacuático de 215 kilómetros, y con unos 70 metros de profundidad. Se accede a través de 162 cenotes, y lo forman dos ríos subterráneos, el Sac Actún, que significa en el idioma maya río blanco, y el Nohoch Nah Chich, gran casa de las aves. Y si hablamos de cavernas, una de las más imponentes se llama Han Son Doong. Es parte de una galería de 150 cuevas, en el Parque Nacional Phong Nha-Ke Bang, en Vietnam, a unos 500 kilómetros de la capital, Hanoi. La caverna tiene unas dimensiones de unos seis kilómetros de largo, pero lo que aquí impresiona es que la altura llega en algunos puntos a los 250 metros, y con unos 150 metros de amplitud. O sea, es tan grande que un avión de pasajeros podría volar por su interior”.

-Estamos hablando de algo realmente descomunal…

“Descomunal, y la particularidad, o una de las particularidades de esta cueva, es que de las muchas entradas que tiene, tiene una más o menos a mitad del recorrido que es una sima vertical, que conecta con el exterior. Como por aquí entra bastante luz, porque las dimensiones son monstruosas, pues diríamos, por decirlo de alguna forma que tiene su propia selva interior, o sea, ves a los espeleólogos bajar por la cuerda, y ves cómo debajo está todo verde, lleno de palmeras, lleno de bichos…”.

-Cuando regresa a la ciudad, ¿se siente sucio, contaminado?

“En realidad cuando atraviesas la negrura de ese agujero para zambullirte en las tinieblas, diríamos que todo va sobre ruedas, que estás a gusto, que estás bien. Y luego cuando tienes que volver otra vez a tu mundo, te sientes un poco defraudado. Dices bien, te sientes sucio por tener que volver a lo normal, al trabajo, a los estudios, a lo que sea. Y eso que algunas incursiones se pueden prolongar varios días, una travesía por una cueva de estas muy grandes…”.

-¿Ah sí? O sea, ¿se duerme dentro?

“Sí. Aquí en España hay algunas en las que tienes que hacer noche si quieres atravesarlas. Hay algunas que realmente necesitan varios días para recorrerlas”.

-Gracias por atender a los amigos de Ángulo 13.

“Un abrazo, Juanca”.