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El Estado creará reservas marinas en Teno, Anaga y norte de La Gomera

La punta de Teno es una de las zonas de mayor diversidad de flora y fauna marina del Archipiélago. / DA
La punta de Teno es una de las zonas de mayor diversidad de flora y fauna marina del Archipiélago. / DA

JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife

Concebidas como áreas protegidas de forma permanente, las reservas marinas se ubican en sectores de características especiales desde el punto de vista ecológico y pesquero, a las que se aplica una legislación especial tendente a minimizar la presión extractiva e incluso a suprimirla por completo en subzonas concretas (reservas integrales).

Estas restricciones permiten proteger tanto a las zonas de cría y a los juveniles como a los adultos, incrementándose considerablemente la capacidad reproductora de los recursos del área. En el año 2010, el Pleno del Cabildo de Tenerife aprobó por unanimidad una propuesta de zonificación de las Reservas Marinas de Interés Pesquero de Teno y Anaga, validada posteriormente por el Gobierno de Canarias. Casi al mismo tiempo, se unía a la propuesta tinerfeña la petición de preservar también el norte de la isla de La Gomera, que se extiende desde Valle Gran Rey hasta Hermigua, a través de Agulo y Vallehermoso, fundamentalmente entre la denominada Punta Gabiña y la zona conocida como Baja del Picacho.

Para justificar la petición de protección, se elaboraron proyectos redactados por biólogos marinos de la Universidad de La Laguna (ULL) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), consensuados con los técnicos de las consejerías de Pesca de las dos corporaciones insulares. Tras un complejo proceso de evaluación, y después de haber estado meses guardadas en el cajón, el Estado parece dispuesto por fin a dar el visto bueno a la creación de las referidas reservas, según confirmaron a este periódico distintas fuentes de la Administración regional y el Gobierno central.
Las reservas miden una distancia de unos 23 kilómetros lineales en el caso de la de Teno y de unos 24,5 en el caso de la de Anaga. Cada una ella de ellas presenta la particularidad de contar con dos zonas integrales, con sus correspondientes zonas de amortiguamiento. Además, destaca la singularidad de que en ambas reservas se contemplan unas zonas denominadas ventanas, en las que se podrá practicar la pesca recreativa. Esta particularidad se debe a lo extenso de las reservas propuestas, y es fruto del consenso entre los pescadores profesionales, los pescadores recreativos y las autoridades científicas. Uno de los principales impulsores de la propuesta fue el actual consejero de Aguas del Cabildo de Tenerife, José Joaquín Bethencourt, que incluso llegó a reunirse en Madrid con el director general de Recursos Pesqueros y Acuicultura del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Ignacio Escobar, que se comprometió a desbloquear la situación en 2013.

Desde el CSIC, mientras, recuerdan que la gestión de los recursos vivos y de los ecosistemas litorales es un “tema prioritario en las políticas pesqueras y medioambientales de muchos países, adquiriendo especial importancia cuando se trata de ecosistemas complejos y de capacidad productiva limitada, como es el canario”.

Una forma de conservar

En su proyecto, los investigadores isleños insistían en que “está demostrado” que este tipo de reservas marinas son un instrumento “muy eficaz” para regenerar los recursos marinos vivos de los ecosistemas litorales. Además, detallaban las mismas fuentes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, “ofrecen resultados evidentes en dos o tres años, que benefician directamente a los profesionales locales, a la vez que aportan un valor añadido a los centros de buceo y las excursiones marítimas, a la pesca deportiva y a todas las actividades permitidas y reguladas por la reserva”.
Una opinión que suscriben desde el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias, donde recuerdan que la creación de espacios protegidos o reservas marinas es una de las medidas de ordenación “más eficaces” para hacer frente a los procesos de sobrepesca y excesiva presión humana que sufre el litoral isleño y su biota, permitiendo recuperar, conservar y manejar los recursos de bajura.

La rica diversidad funcional isleña

El Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Canarias lleva años trabajando en la protección de las costas y mares del Archipiélago, porque según explica el doctor Mikel Becerro, “su importancia va más allá de la conservación de las especies, sobre todo por las funciones que estas desempeñan”. En este sentido, el CSIC trabaja actualmente en un proyecto que estudia la diversidad funcional de las Islas, consideradas como uno de los puntos calientes más importantes del planeta en esta materia. “Hemos comprobado que la diversidad funcional que presentan las especies en Canarias es muy significativa, más importante incluso en mares templados frente a mares tropicales, que es en donde tradicionalmente se han hecho más esfuerzos de conservación, porque hay más diversidad de especies”, subraya Becerro, cuyo equipo está elaborando un estudio del Plan Nacional de Investigación sobre las áreas de riqueza biológica existentes en el Archipiélago.

Las Islas, en alerta ante la aparición de algas tóxicas

En el marco del I Festival de la Biodiversidad que se ha llevado a cabo esta semana en La Orotava, varios expertos y técnicos de la Viceconsejería de Medio Ambiente alertaron sobre la aparición en varios puntos del Archipiélago de “explosiones” de cianobacterias o algas tóxicas, que según los científicos pueden llegar a causar “un impacto muy grande y una alta mortandad en la flora y la fauna, e incluso podrían causar riesgos potenciales para la sociedad”.

En concreto, las islas más afectadas actualmente son Lanzarote y Fuerteventura, aunque también se han detectado algas de este tipo en puntos de Tenerife, como la playa de Las Teresitas, precisaron los expertos.