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Estar a la altura

Coalición Canaria (CC) podrá mantenerse al frente del Gobierno, que preside ininterrumpidamente desde 1993, gracias a haber conseguido ayer el mayor número de escaños, 18, pese a perder tres. El PSOE se erigió en la primera fuerza en número de votos, conservando los 15 representantes que poseía. El PP, tercera fuerza de la nueva cámara después de haber sido la primera en votos en 2011, sufrió un varapalo, al pasar de 21 a 12 diputados. Los conservadores, no obstante, podrían verse en el gobierno, en virtud del juego de pactos que ahora se abre, si nacionalistas y socialistas no alcanzan un acuerdo en primera instancia, el único factible entre dos fuerzas. Cualquier de las otras dos opciones exige la presencia de más de dos partidos.

Las elecciones de ayer en España, como en particular en Canarias, arrojan una mayor pluralidad, con la irrupción de partidos emergentes -en el Parlamento de las Islas quedó fuera Ciudadanos por un estrecho margen de votos-. Del mapa resultante, tanto el PP, que ganó en el conjunto del Estado en número de votos, como el PSOE, que mantuvo la segunda plaza, han podido comprobar que Podemos y Ciudadanos iban en serio. Las dos principales capitales del país, Madrid y Barcelona, son prueba de ello. Las elecciones generales, previstas para antes de final de año, suponen, de este modo, un examen, a cara de perro, del bipartidismo, que ha conseguido resistir este domingo, al sumar los dos partidos tradicionales más del 50% los votos.

Tras una campaña electoral plana en las Islas, donde los partidos no consiguieron con su discurso generar toda la ilusión que pretendían entre los ciudadanos, como demuestra el grado de participación, se impone, en el día siguiente, un compromiso decidido por alcanzar fórmulas de gobierno pensadas en los intereses de la gente antes que en los intereses de partido. Estas elecciones no agotan su trascendencia en el escrutinio de ayer, sino abren un nuevo período político que exige un cambio de actitud de los dirigentes y organizaciones. Si en el pasado los partidos obraban, tras los comicios, pensando en las cuotas de poder, ahora ya no podrán actuar bajo los mismos hábitos causantes del actual desencanto. La formación de mayorías, más necesaria que nunca, como consecuencia del nuevo espectro de siglas y el menor peso de los partidos por separado, se somete desde este lunes a la lupa y el juicio de los ciudadanos Estos no consentirán componendas a la ligera, sino acuerdos transparentes, en franco diálogo, para resolver, con el reloj en hora, los problemas apremiantes de quienes han soportado la peor parte de la crisis. Si la nueva etapa está llamada a gestionar la recuperación, los beneficiarios de las nuevas políticas han de ser quienes peor están: aquellos que carecen de trabajo o sufren la exclusión social y todos cuantos merecen el derecho de ser atendidos en primer lugar porque han estado en el último lugar.

Los sondeos publicados por DIARIO DE AVISOS anticiparon el nuevo escenario político con pleno acierto. Nos congratula haber acertado en los pronósticos que el Instituto Perfiles elaboró retratando el estado de opinión que ayer reflejaron las urnas. Es la foto de un tiempo político nuevo, al que este periódico ha prestado su mayor voluntad de independencia y pluralidad. Y esa parece ser la principal demanda que hacen los ciudadanos, deseosos de vivir un período marcado por el respeto y la valoración de todas las sensibilidades.

A la luz de los resultados, Fernando Clavijo y Patricia Hernández, nuevos en estas elecciones como candidatos nacionalista y socialista, respectivamente, podrían gobernar juntos con mayoría absoluta, si bien CC dispone de otras opciones con el PP y una tercera fuerza, o con los grupos emergentes descartados socialistas y populares. La más que meritoria mayoría del PSOE, de la mano de Patricia Hernández, elegida candidata en primarias, contribuye a un evidente giro hacia la izquierda del Parlamento, junto a la fuerte irrupción de Podemos, que se estrena en la cámara. Sin embargo, es CC, que también renovó su cartel en la figura de Fernando Clavijo y logra ser primera fuerza en número de escaños, pese a haber presidió la comunidad durante los últimos ocho años de crisis, la que tiene todas las papeletas para seguir al frente del Gobierno. Clavijo podría reeditar el actual pacto CC-PSOE o preferir unirse al PP, para lo que necesita el concurso de una tercera fuerza.

El Parlamento autonómico recobró ayer margen de influencia sobre la política canaria, al fragmentarse en aras de la pluralidad, abriendo el abanico de pactos. En la llegada de nuevos partidos se inscribe también la aparición de la Agrupación Socialista Gomera, liderada por el exsocialista Casimiro Curbelo, que puede jugar, llegado el caso, el papel de llave para la gobernabilidad. El crecimiento de Nueva Canarias premia el esfuerzo del expresidente Román Rodríguez -el más veterano de los candidatos en esta ocasión- y abre cauces a una posible reunificación de la familia nacionalista. En Gran Canaria, donde más débil es CC, se da la circunstancia de que NC ganó las elecciones al Cabildo, desplazando al PP.

En las dos capitales canarias ganaron los partidos gobernantes. José Manuel Bermúdez (CC) mejoró sus resultados de 2011 y superó al PP como el partido más votado con el mismo número de concejales que tenía. Su reelección parece garantizada, si bien el alcalde popular de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Cardona, pese a ganar, se enfrenta a una posible alternativa a su partido. El PP pierde visiblemente poder en el Cabildo y la capital, y su líder, José Manuel Soria, rompió ayer la costumbre poselectoral de los dirigentes, y admitió los malos resultados de su organización, al tiempo que felicitó a CC. El caso de La Laguna, dada la estrecha victoria de los nacionalistas, es una de las espinas de CC en estas elecciones, que conservan poder en Tenerife, pero se ven obligados a nivel insular y municipal a cerrar pactos de estabilidad,a riesgo de perder algunas de las instituciones en las que gobernaban hasta ahora.

El tripartidismo que integraban CC, PP y PSOE, dominante en los últimos 20 años, resiste, pero el nuevo tablero parlamentario de las Islas, ligeramente engordado, obliga a una etapa de mayor diálogo y negociación, como en el resto del Estado. Las elecciones municipales y autonómicas en España, todo un ensayo de las generales antes de final de año, dibujan un mapa más abierto, debido a que han arribado fuerzas emergentes como Podemos y Ciudadanos.El foco vuelve a una cámara poblada de grupos políticos distintos, conscientes del peso que ejercerán en la estabilidad o flaqueza del futuro ejecutivo. Dadas las posibles alianzas y lo ajustado de algunos pactos eventuales, asistimos a un estado de alerta permanente entre los socios que obtengan la mayoría. Y esto ni es bueno ni es malo, sino inevitable. Canarias regresa a la política del cortejo, en el que los grupos parlamentarios y los partidos se juegan la credibilidad perdida en la última etapa de desencanto, con el riesgo de que se imponga el menudeo a los grandes acuerdos. Si, ante la evidente renovación generacional que supone la presencia de caras jóvenes y nuevas en los candidatos elegidos, se introduce en la vida política la grandeza de líderes con la altura de miras que necesitamos, las Islas habrán ganado con esta fragmentación parlamentaria. Si volvemos a la práctica del viejo mercadeo de votos en un Parlamento dominado por intereses de partido, Canarias habrá retrocedido en el tiempo y retornará la inestabilidad en momento delicados de recuperación económica.

Pactos al margen, lo que conviene a Canarias en esta novena legislatura a punto de iniciarse es rearmarse políticamente, cerrar filas, para no perder el tiempo de un período de recuperación económica en el que nos va la vida. Más de 250.000 personas, que fueron desalojadas del mercado laboral por la crisis y han realizado una travesía del desierto durante los últimos ocho años de penuria y exclusión, tienen depositadas sus esperanzas en la etapa que ahora se abre. La exigencia de lograr éxitos urgentes para devolver a muchos ciudadanos el sentido de la vida y para que muchas familias crean que es posible salir adelante en su tierra y procurar un porvenir a sus hijos, nuestros próximos gobernantes tiene una tarea contrarreloj por delante.

Las relaciones entre Canarias y Madrid no admiten subterfugios que demoren actuaciones inapelables e inaplazables. La coartada electoral quedó ayer atrás en el ámbito político del Estado de las Autonomías, y la convocatoria nacional no puede entretener más tiempo la solución de problemas prioritarios. La definitiva aprobación del REF, con un acuerdo Canarias-Estado en las medidas económicas pendientes, es un paso que quema bajo los pies de estas islas, pues no caben dilaciones. Para hacer realidad nuestra presencia en África, esa es una medida obligada.
No se entendería que, con carácter inmediato, dado el repunte económico del país y el viento a favor, no se abordara cuanto antes un nuevo sistema de financiación autonómica que repare el despropósito del modelo vigente, que castiga claramente a las islas, y cuyo déficit debería ser compensado con luz y taquígrafos. En esta etapa de normalización que se inaugura es lícito pensar que se apliquen aquellas políticas dormidas que dieron buenos resultados en su día, como la adecuada financiación de los convenios sectoriales capitidisminuidos en los últimos ejercicios presupuestarios.

Y, en los plazos que aconseje el tránsito hacia un nuevo Parlamento nacional, conviene poner en un lugar destacado la reforma del Estatuto de Autonomía de Canarias, que ha regresado a las Cortes ocho años después de su retirada, y de cuya aprobación depende, en buena parte, el necesario clima de garantías competenciales para consolidar los términos de una convivencia sin altibajos.