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Un himno a Canarias y una canción de despedida

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Los galardonados con los Premios Canarias y Medallas de Oro, tras recibir sus distinciones durante el acto institucional del Día de Canarias, celebrado anoche en la capital tinerfeña. / DA

VICENTE PÉREZ | Santa Cruz de Tenerife

La entrega de los Premios Canarias y las Medallas de Oro siempre movilizan sentimientos. Anoche no hubo, como hace un año, manifestantes contra los sondeos de Repsol en el Teatro Guimerá. En el exterior, más bien el silencio y la soledad propios de la noche santacrucera.

Dentro, con predominio de cargos públicos de las distintas administraciones, así como autoridades militares, 60 niños de colegios y la Escuela Municipal de Música santacruceros, y del Conservatorio, deleitaron al respetable (incluyendo a la audiencia que lo siguió por la RTVC) con cantos canarios. Y eso movió los sentimientos.

Luego, en la entrega de los galardones, uno a uno fueron brotando emociones, pues detrás de cada premiado hay toda una vida que no se puede resumir en la corta presentación audiovisual de sus méritos. Una lluvia de aplausos los mojó a todos: a Luis Balbuena (que tal vez halló la fórmula matemática de los sentimientos), a Elfidio Alonso, a Jerónimo Saavedra, a Luis Millares (que tal vez hubiera querido agradecerlo con un timple)… Algunos aplausos sonaron a aguacero: por ejemplo la ovación a Tomás Padrón, al que todavía cuesta pensar que no es presidente del Cabildo de la Isla del Meridiano, o a la presidenta de Greenpeace España, Sol Solà Martín, a quien, por cierto, no aplaudieron algunos representantes del PP (por aquello de que uno de los motivos de la Medalla de Oro fue su oposición a las prospecciones de Repsol).

Y de palabras muy sentidas, o sentimientos verbalizados, llenó el Guimerá la poetisa Cecilia Domínguez, que se hizo eco de versos de otros poetas canarios para construir un discurso contra la indolencia, el egoísmo y la falta de crítica de la sociedad y de compromiso de los intelectuales. Y entonces llegó el discurso de Paulino Rivero, que despertó sentimientos, miradas cómplices pero también deseos de huida de algunos cargos del PP. Y es que un Rivero de despedida, más que glosar a los galardonados, hizo un alegato contra el “Gobierno de Madrid” y se reivindicó él y su Ejecutivo (CC-PSOE) como el campeón en la defensa de lo público, la alternativa a las políticas de austeridad, recorte de derechos y privatizaciones de Rajoy. Es más, a los populares debió de atrangantárseles en los oídos la frase, poco neutral en un acto institucional del Día de Canarias, en la que proclamó que, el 24 de Mayo, “una inmensa” mayoría de los canarios “ha aprobado con su voto” su forma de hacer las cosas. Le estaba escuchando Fernando Clavijo y hay quien pueda pensar que se trataba de un mensaje cifrado por si a CC se le ocurre coquetear con el PP como socio.

Y Rivero concluyó diciendo, con sentimiento, adiós a la Presidencia, pero insistiendo en que su compromiso con Canarias es para siempre. Sonó a continuación, con despiertas voces infantiles, el himno de Canarias.