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Nuevo rector – Por Leopoldo Fernández

Acaba de tomar posesión de su cargo el nuevo rector magnífico de la Universidad de La Laguna, Antonio Martinón, quien en su primera intervención pública ha dicho lo que muchos deseábamos escuchar: que va a luchar por una universidad pública más unida y proyectada hacia el exterior, comprometida con la sociedad a la que pertenece, independiente de los poderes políticos y económicos, al servicio del mundo académico y del empresarial, capaz de alcanzar el autogobierno desde su plena autonomía y de desarrollar investigación de gran calidad, y que a la vez disponga de una financiación pública estable que acabe de una vez con la actual situación de incertidumbre. Probablemente ningún otro rector de nuestro primer centro docente ha gozado de tan amplio y tan plural respaldo universitario como el profesor Martinón, catedrático de Matemáticas, a quien conozco desde hace 30 años. Tras su apariencia un tanto hosca y distante se encuentra una persona entrañable, cercana, prudente, honrada a carta cabal, de intachable trayectoria docente. Pero también de fecunda entrega al servicio público desde las filas del PSOE, con criterio firme e independencia crítica (recuerdo que ante cierto ninguneo de Jerónimo Saavedra, en los albores de la autonomía, presentó su dimisión irrevocable como vicepresidente del Gobierno) y buen director de equipos; justamente, lo que necesita la institución lagunera para abrirse a tiempos de cambio y renovación, lejos de uniformismos y rutinas, con imaginación y capacidad creadora.

Es cierto que la universidad está en crisis, pero no es menos cierto que ha sido atacada e instrumentalizada por tirios y troyanos y que le ha faltado la comprensión y el calor de los gobiernos y la sociedad. El Ejecutivo autonómico la ha ninguneado, ha incumplido el contrato-programa y la relación de su hasta ahora eficiente rector con el consejero de Educación ha sido inexistente, por no decir calamitosa. Si hay una institución cuyo fin es de gran trascendencia social, esa es la universidad en su triple misión de enseñar, investigar y difundir la cultura. A su nuevo rector le corresponde trabajar en esta etapa convulsa y transformadora para poner en marcha su programa electoral, que aborda con buen tino los principales retos de nuestra querida universidad.