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Odiosa comparación – Por José Luis Gómez

Las encuestas fallaron en el Reino Unido y el conservador David Cameron obtuvo mayoría absoluta. Ambas cosas le alegraron el ojo a la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, que enseguida buscó la comparación. Si las encuestas también fallasen en España, Mariano Rajoy podría volver a ser un caballo ganador gracias a su política económica, vino a insinuar la número dos del Ejecutivo. Soraya Sáenz de Santamaría no solo se equivoca por no tener en cuenta una oportuna cita literaria que le recuerda el periodista José Antonio Zarzalejos – “Toda comparación es odiosa” (de La Celestina y El Quijote)-, sino por algo mucho más tangible. La realidad socioeconómica de España no tiene nada que ver con la del Reino Unido. Su sistema político, tampoco. Y su nivel de corrupción, todavía menos. Ni siquiera el precio que pagan los corruptos y quienes fracasan ante las urnas. En el Reino Unido, a los primeros los apartan de por vida, y los segundos se van a sus casas. ¿Por qué es tan distinta la realidad entre ambos países? Podría decirse que por historia y por cultura, también por sus modelos económicos, pero no es necesario teorizar tanto. Dos botones de muestra: la tasa de paro del país donde gobierna Cameron es del 5,6% y la del Estado que gestiona Rajoy es del 23%. El sueldo medio en el Reino Unido es de 44.203 euros, mientras que en España es de 26.162 euros. El sistema político -sobre todo en el plano electoral- poco o nada tienen que ver, dada la primacía de las mayorías en el Reino Unido, y su estructura de partidos tampoco. Ni siquiera su visión de Europa. Y la aparente similitud plurinacional dista mucho de ser extrapolable a España. Empezando porque en Cataluña no hay ningún partido que vaya a obtener casi todos los escaños y terminando porque Madrid no tiene en España el peso de Londres en el Reino Unido. Ni a nivel económico -debido al papel de la City, que genera el 20% del PIB del Reino Unido-, ni en términos demográficos, con casi 14 millones de habitantes en el área metropolitana londinense. Tampoco es equiparable el nivel de corrupción entre ambos países -especialmente por lo que se refiere al partido del Gobierno-, ni muchas otras cosas que inciden en la realidad política y, en definitiva, en el comportamiento electoral de sus ciudadanos. Otra cosa es que las encuestas no estén acertadas en España y el PP salga finalmente mejor parado de lo que algunos creen, que todo puede ser.