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El olvido hecho piedra

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Las instalaciones del Balneario llevan casi 30 años abandonadas, con el consiguiente deterioro del inmueble, que ha obligado a apuntalarlo. | F. P.

NATALIA TORRES | Santa Cruz de Tenerife

Un ambulatorio, un centro para mayores o un espacio para el ocio y el deporte son algunas de las propuestas que se han ido dejando caer a lo largo de los últimos años para recuperar una de esas partes de la historia de Santa Cruz que, literalmente, se cae a pedazos. El Balneario, un edificio construido a principios del siglo XX y que hasta su cierre definitivo, en la década de los 80, se convirtió en lugar de veraneo de miles de chicharreros, es hoy un edificio en ruinas, invadido por la maleza y que apenas es una sombra de lo que fue. En él, las familias de Santa Cruz pasaban el verano, tanto en su piscina, testigo de las primeras brazadas de muchos niños, como en la playa de callaos que estaba a su lado y que era la zona de baño de Santa Cruz. Anexa al edificio, se encuentra la residencia José Miguel Delgado Rizo, distribuida en cuatro plantas y que en 1954 la Obra Sindical de Educación y Descanso la inauguraba como punta de lanza del fomento del turismo social, donde la clase proletaria sería la principal beneficiaria, de forma que podían, durante 15 días y por turnos, alquilarse las habitaciones y veranear en el recinto.

[sws_pullquote_left]El edificio está ocupado de forma ilegal, situación denunciada por el Ejecutivo regional[/sws_pullquote_left]

Ahora, la situación en la que se encuentra el inmueble lo hace casi irrecuperable, no solo porque el olvido y la desidia de las administraciones han hecho del edificio un lugar en ruinas, sino porque el puerto se ha interpuesto entre el balneario y el mar, haciendo que pierda gran parte de su razón de ser, cuando se alzó frente a Valleseco para disfrutar de los baños de mar.

Decía el alcalde, José Manuel Bermúdez, esta misma semana, que el Balneario ya no es el Balneario, que es imposible recuperar lo que fue. Sí que abogó Bermúdez por darle un uso para el municipio mostrándose partidario de que se convierta en el Centro de Salud que Anaga no tiene y que se merece, un distrito al que la Casa del Mar se le queda pequeña, apuntó. Para el primer teniente de alcalde, José Ángel Martín, tampoco es un espacio recuperable tal y como lo conocieron los chicharreros. La ruina en la que se encuentra no dejaría que volviera a ser el lugar de veraneo que fue, pero también, al igual que el alcalde, cree que es un espacio recuperable para la ciudad aunque, en su caso, apuesta por una infraestructura para que los chicharreros disfruten del ocio y del deporte e incluso hasta recuperando la piscina.

Sin embargo, por muchas ideas que se propongan, lo cierto es que no depende del Ayuntamiento de Santa Cruz que se recupere este edificio, ya que la propiedad del mismo es del Gobierno de Canarias. Y por si no fuera suficiente tener que contar con otra administración para intentar recuperar el espacio, resulta que esta otra tampoco puede hacer nada porque, tal y como ha confirmado la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias a este periódico, en estos momentos no puede llevar a cabo ningún tipo de actuación en el inmueble porque se encuentra sometido a un proceso judicial de desalojo.

En la imagen puede apreciarse cómo la maleza ha cubierto la piscina y los aledaños de la zona. | F. P.
En la imagen puede apreciarse cómo la maleza ha cubierto la piscina y los aledaños de la zona. | F. P.
Las estancias y escaleras están apuntaladas. | F. P.
Las estancias y escaleras están apuntaladas. | F. P.

Ocupación
Desde Patrimonio explican que el Balneario ha sido ocupado ilegalmente por una persona. Esa ocupación fue denunciada ante el juzgado por el Gobierno de Canarias y, en primera instancia, se ha atendido la demanda de la administración regional, ordenando el juez a la persona que ocupa el edificio que lo abandone. Sin embargo, explica Patrimonio, el ocupante ha recurrido la decisión y en estos momentos se está esperando a que el juzgado se pronuncie, por lo que nada puede hacerse hasta que haya decisión. Si se ratifica el fallo inicial se procederá al lanzamiento judicial del ocupante para retomar la gestión regional.

Aunque esta situación justifica la inacción de las administraciones en el momento actual, no sirve de excusa para las décadas de abandono y, lamentablemente, tampoco para los años venideros porque, como reconocen desde el Gobierno de Canarias, el futuro del Balneario pasa por la suscripción de un convenio a tres bandas entre Cabildo, Ayuntamiento y Gobierno de Canarias para, conjuntamente, decidir qué se va a hacer con el inmueble. Esto deja al edificio inmerso en la ruina, y de los anuncios de gobiernos anteriores y de los deseos de los actuales, poco o nada parece que se pueda avanzar para que esta parte de la historia de Santa Cruz ocupe el lugar que se merece.

La vieja idea del litoral
En plena campaña electoral y más aún, en pleno siglo XXI, casi todos los candidatos a la Alcaldía de Santa Cruz llevan en su programa la promesa de recuperar el litoral para la ciudad. Una promesa que un día fue realidad con el Balneario y que se dejó morir, no solo condenando al abandono al edificio sino permitiendo que el puerto se interpusiera entre la ciudad y el mar.

Tal y como se recoge en el libro El Balneario de Santa Cruz y sus aledaños, cuya autora es Dolores Hernández Díaz, transcurría el año 1928 cuando en el seno del Ayuntamiento de Santa Cruz, hasta hacía un año capital del Archipiélago, se gestó como proyecto urbano-turístico la construcción de un balneario. Por aquella época, relata la autora, la ciudad se consolidaba como un destino turístico con una importante infraestructura hotelera: nuevos hoteles de cierta relevancia (Quisisana, Pino de Oro, Olsens Alexandra, Orotava, Colón, Niza, Camacho y Paris-House), otros de menor categoría y numerosas pensiones y fondas. La conveniencia de un establecimiento público para baños en la Isla lo justificó el alcalde Santiago García Sanabria en una circular que dirigió a sus ciudadanos en julio de ese año.

Aunque en su génesis, relata la autora, el Balneario se proyecta para el disfrute de propios y foráneos, tendrá un carácter popular y será tomado como el principal centro para el baño de los santacruceros, una población que en el primer tercio del siglo XX superó los 60.000 habitantes.