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Que el pádel no nos separe – Por Juan S. Sánchez

Deporte socializador donde los haya, el pádel está adquiriendo un nivel de competitividad peligroso para las relaciones humanas. Cada vez son más frecuentes los enfados dentro de la pista acristalada… o amurallada. En una sociedad delicada de tratar, perder una amistad dentro de una pista de pádel es un lujo que muy pocos pueden permitirse. Daño le hacen estas cosas al deporte. Las discusiones por bolas dudosas, por si saco por encima del límite, por si golpeo la bola en tu campo o toco la red con la punta de mis J’hayber, Asics o Joma, no deberían pasar de ahí, de una disputa deportiva que debería resolverse sobre el césped artificial y no salir jamás de la puerta de la pista. No debería haber nada que una caña no pueda arreglar en el tercer tiempo. No hay dinero que pueda pagar una amistad perdida, y si nunca hubo amistad, lo mejor es jugar un buen partido de pádel, sudar y disfrutar. Que no nos separe más.