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Perros mastines atacaron a Rivero y su hija en Madrid la pasada Navidad

Paulino Rivero. | DA
Paulino Rivero. | DA

A. M. S. | Santa Cruz de Tenerife

El presidente del Gobierno canario, Paulino Rivero, vivió, en fechas recientes, una situación de alto riesgo para su integridad personal, mientras corría campo a través, uno de sus deportes favoritos, en Santa María de la Alameda, a los pies de la sierra de Guadarrama, en la Comunidad de Madrid.

Al pasar por una finca que no estaba vallada, en medio de una extensión de pocas construcciones alejadas entre sí, fue atacado por tres perros mastines y, al tratar de defenderse, se lesionó en una pierna, lo que pudo costarle caro. “La herida sangró enseguida y me han dicho que estos animales pueden ensañarse cuando sangras”, comentó Rivero, que califica la experiencia de “dramática”, y asegura que él y su hija, que le acompañaba, se salvaron de “milagro”.

El incidente sucedió en Navidades y no había trascendido, pero el propio presidente lo contó ayer a este periódico, al ser preguntado por las situaciones límite a las que se enfrenta un presidente en el terreno personal durante los ocho de gobierno, que en su caso son ocho y está a punto de concluir. No tuvo inconveniente en relatar con detalle lo que le sucedió en ese pueblo de la sierra madrileña, con la sensación “aún muy presente del momento terrible que pasamos mi hija y yo”. Los perros les atacaron durante unas cortas vacaciones de Navidad. “No teníamos escapatoria”, destacó en primer lugar y reconstruyó la escena: “Los animales se atravesaron en el camino y la cosa tenía mala pinta. Podían habernos destrozado si hubieran querido, con toda seguridad, eran imponentes. Son animales muy fuertes, que no hace mucho arrancaron un brazo a una persona y una pierna a otra en la Península. En ese instante, temes lo peor y tratas torpemente de hacer algo.”

El presidente canario reaccionó cogiendo una piedra, pero no logró mantener el equilibrio y sufrió raspones en una pierna que comenzó a sangrar, lo que pudo haber empeorado su situación y la de su hija. “No nos mataron de milagro, así de simple. No puedo olvidar la mirada de uno de los perros, cuando yo trataba ingenuamente de repelerle con una piedra y me vio caer. Me perdonó la vida, te quedas con esa sensación, como si me hubiera visto tan indefenso que declinó hacerme daño.”

El lugar donde ocurrió el incidente se prestaba a cualquier desenlace. “Era un lugar totalmente aislado con cuatro casas”. La hija del presidente vivió inicialmente el episodio primero a cierta distancia, porque iba unos cincuenta metros delante de su padre, con quien se reunió al advertir la presencia intimidatoria de los perros y el peligro que corrían. Ambos, en cuanto pudieron se fueron alejando lentamente, temiendo que los perros les volvieran a atacar en cualquier momento. “Es horrible esa retirada sin garantías, con la conciencia de que pueden acabar contigo si les apetece”.

“Cada vez que lo recuerdo”, comentaba Paulino Rivero ayer al repasar los hechos, “paso un mal trago, porque no teníamos alternativa, nunca me pasó algo así”. Rivero confiesa que este “es de los sucesos que no se te borran de la cabeza nunca, un accidente de la vida”, como prueba la anécdota de que hace unos días, en un hotel de Madrid, soñó con que lo atacaban unos perros en un callejón y “en cuanto vi una puerta le di una patada con tanta fuerza que a la mañana siguiente tenía un dedo hinchado; prueba de que la patada la di de verdad y es una secuela de lo de la Sierra de Madrid”.

No es cine, fue verdad
El azar la convierte en una escena cuasi cinematográfica. Un presidente con su hija en un lugar apartado, sin posibilidad de ser socorridos, expuestos a la furia de tres perros sueltos de una raza de gran tamaño entrenada durante siglos para atacar, no es una mala escena de cine de terror, que, curiosamente, podría contarla el propio protagonista en primera persona, durante el encuentro que mantendrá hoy en Los Ángeles con productoras interesadas en invertir en la industria audiovisual en Canarias. Una reunión organizada por el embajador de Estados Unidos en España, James Costos, después de otra cita con empresarios en Washington en el día de ayer, en la que se anunció una próxima misión comercial de inversores norteamericanos a Canarias, el próximo noviembre,dentro del proyecto Power Africa de Obama, liderada por el departamento de Comercio del Gobierno de Estados Unidos.