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Querer crecer – Por César Martín

Mucha información. Demasiada. Todo el mundo se empeña en contarte su verdad, la auténtica, la verdadera. Ya sabes, canales para comunicarse hay ahora más que nunca, los de siempre y las nuevas tecnologías que tanto ayudan. Nadie escapa. El fluido es constante e intenso, asfixiante en muchos casos, más si se trata de convencer al otro de que siga la corriente y obedezca la doctrina.

Hay casos en los que no importa ni el contenido ni el continente, porque cualquier acción es válida si el fin justifica los medios. Esto lo saben muy bien los falsos profetas de nuestro tiempo, que da igual montar en bicicleta por el barrio que personificar un perro para arañar el clamor de un devoto; cosas del marketing y la publicidad, hay que saber venderse. Eso sí, todo con emoción, tocando la fibra sensible al personal para generar eso que tanto les gusta: fidelidad.

No hay nada como un lacayo bien amaestrado que obedezca las órdenes de su amo, subyugado a lo que le hace sentir en una mezcla de mentira y realidad, muchas veces jugando en el límite de lo que se consideraría esclavitud, que no lo es simplemente porque aún se cree en la falacia del hombre libre. Y pueda parecer que no convencen a nadie, pero lo hacen, les funciona a la perfección la estrategia. Por eso vuelven a salir, por más que algunos nos empeñemos en resistir en la trinchera tan escépticos como siempre. Aunque cuidado, porque pese a que nos lleven los siete males cuando escuchamos estos pregones y promesas de pacotilla, puede ser que también perdamos cuestiones de valor importante. No matemos al mensajero antes de tiempo. La mayoría de las veces solo será el recadero de turno que viene a desembuchar lo aprendido de su mentor, no obstante, todavía queda la esperanza. Igual, entre la maraña espesa de verbos vacíos de acción, se puede rescatar algo potable, que no será la panacea, está claro, pero al menos sí logrará mitigar esta sed de nuevas utopías. Iluso puedes pensar y no te quito razón, si bien en la ilusión reside parte de la fuerza que tengo para seguir adelante. Creer que un mundo diferente es posible alimenta mis razones para no tirar por la borda todo aquello que aprendí. Abandonar y darle la razón a unos pocos no está entre las opciones. Toca escuchar las propuestas, discernir entre tanta tontería e intentar encontrar algo a lo que agarrarme. En el peor de los casos, si nada apareciese, buscaré refugio en un sueño.

@cesarmg78