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Sin genuflexión – Por Juan Carlos García

La ley fija el día de hoy, previo a una cita en las urnas, sin difusión de propaganda electoral ni petición de voto. Desde hace ya unos años, desde la irrupción de las redes sociales, el concepto habitual de lo que se conoce como jornada de reflexión ha quedado desvirtuado. Si la norma se hace cumplir en los conductos tradicionales de comunicación (prensa, radio y televisión), resulta imposible controlar millones de comentarios que vierten libremente los usuarios de las redes sociales. Ya ocurrió hace cuatro años, en las elecciones locales de mayo y en las generales de noviembre. En esa ocasión, un tuitero escribió: “Mañana respetaré la jornada de reflexión si, en coherencia, cuando me levante no veo ni un solo cartel de ningún partido por la calle”. La propaganda electoral continúa hoy colgada de farolas, en marquesinas, en vallas, pidiendo el voto correspondiente. Así, hoy, día de reflexión, los políticos no nos piden el voto, pero ya nos lo recuerdan las caras de los candidatos con su mirada clavada en nuestros ojos cuando caminamos por la calle. La RAE define reflexión, en su segunda acepción, como “advertencia o consejo con que alguien intenta persuadir o convencer a otra persona”. Me resulta familiar. En el campo de la óptica, reflexión es el fenómeno por el cual un rayo de luz que incide sobre una superficie es reflejado.

Algo así como el fenómeno por el cual unas ideas políticas que inciden sobre una sociedad son reflejadas. En física, reflexión es el cambio de dirección de una onda que al entrar en contacto con la superficie entre los medios cambiantes regresa al punto donde se originó. Algo así como el cambio de dirección de un partido que al entrar en contacto con la realidad social regresa al punto donde se originó. También me resulta familiar. Una definición menos académica de reflexión la presenta como el proceso que permite pensar detenidamente en algo con la finalidad de sacar conclusiones. Esta última parece remitir a la, quizás, verdadera jornada de reflexión. Aquella que deben tomarse como tal los diferentes partidos políticos al día siguiente de las votaciones, tras el punto de inflexión al que hayan podido llegar. Con reflexión, pero sin atisbos de genuflexión.