domingo cristiano

¿Un Dios tres veces complicado? – Por Carmelo J. Pérez Hernández

Seamos pragmáticos: lo que creemos quienes creemos en Cristo se mueve fuera de la lógica que interpreta los acontecimientos en las sociedades desarrolladas más cercanas. Que si una adolescente virgen da a luz un niño que luego resultó capaz de resucitar de entre los muertos pero que, no obstante, se dejó crucificar para cumplir con la voluntad de su padre, a quien llamamos Amor aunque no le ahorró tamaña crueldad. Y que si una paloma vino a constatar que todo aquello venía de Dios y que ahora el pan y el vino son su cuerpo y su sangre. Es fácil hacer caricatura del hecho religioso y del cristianismo en concreto. Y no resulta insólito que los seguidores de Jesús sufran una cierta desazón al no sentirse capaces de compartir los motivos de su honda alegría con los que viven a su alrededor, la mayoría volcados en la tarea de subirse al carro de lo inmediato, del acopio de pertenencias y, lo que es peor, vacunados contra cualquier experiencia que supere lo que se puede tocar, lo que tiene olor, lo que se ve con los ojos… Parte del problema son esos siete minutos más allá de los cuales la mayoría de personas es incapaz de mantener una concentración productiva. La contrariedad surge de una sociedad líquida que ha renunciado a la solidez de las verdades que no se pueden contar en 140 caracteres. El conflicto se alimenta tras haber decidido que los sentidos humanos son cinco, despreciando la evidencia de quienes constatan que recibimos aferencias por los infinitos poros de nuestro ser, que es mucho más que nuestro cuerpo. El problema para creer en Dios reside en la radical desconfianza en el ser humano que padecemos. Resulta casi ridículo hablar de la Santísima Trinidad cuando son muchas más de tres las dudas que acumulamos sobre nosotros mismos, sobre lo que somos, sobre el sentido de nuestros desvelos, sobre la última playa en la que descansarán nuestros sueños. ¡A qué viene hablar de un Dios tres veces complicado si lo que nos espera es la noche eterna o, en el mejor de los casos, la noche incierta! Por eso, que la Iglesia predique que Dios es uno y tres, lejos de un motivo más para alejar a los que ya se tambalean, es una razón para recuperar la esperanza. Anunciamos que Dios es mucho más que yo, mucho más que todos. Él es el agua tres veces fresca que necesitamos, la que nos trae el secreto de que la vida es mucho más de lo que yo puedo medir o tú me puedes explicar. Dios es siempre mucho más que 140 caracteres o siete minutos de explicaciones. Es más que lo que huelo, paladeo, toco, oigo o veo. Dios es la columna firme, tres que son una, que sostiene mis líquidos sentimientos. Dios es más, siempre más. La fiesta de Trinidad es un homenaje a la solidez de este mundo y del ser humano, que se desarrollan acurrucados en la firmeza de quien no depende para existir de que ahora nos encaje o no un pacto de conveniencia con la verdad. Hay futuro porque Dios es mucho más.

@karmelojph