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XVIII aniversario del fallecimiento de Dulce María Loynaz – Por Othoniel Rodríguez

La mejor manera de rendir tributo póstumo a Dulce María Loynaz, Premio Nacional de Literatura 1987 y Premio Cervantes 1992, por el XVIII aniversario de su fallecimiento ha sido la presentación de la tercera edición de su obra Fe de vida. El acto tuvo lugar en el centro de literatura que lleva su nombre, antigua mansión familiar situada en 19 esquina E, zona El Vedado, en la ciudad de La Habana, que en la primera mitad del pasado siglo XX fue el centro de la vida cultural habanera. Por allí pasó gran parte de la intelectualidad y artistas del momento, nacionales e internacionales. Entre ellos, el gran poeta andaluz Federico García Lorca, quien bautizó la residencia de la familia Loynaz como la Casa Encantada. También la visitaron Juan Ramón Jiménez y su esposa Zenobia Camprubí, Alejo Carpentier, José María Chacón y Calvo, Gabriela Mistral y muchos más.

Esta tercera edición del libro Fe de vida fue presentada por la destacada intelectual, doctora en Ciencias Filológicas y profesora titular de la Universidad de La Habana María Dolores Ortiz, de gran popularidad y prestigio en la Isla, pues desde hace muchísimos años es panelista del programa Escriba y lea, de larga historia en la televisión cubana, dedicado a divulgar la cultura nacional y universal.

Ortiz comenzó su disertación con unas palabras de la autora, quien confesó en una ocasión que en Fe de vida “está ausente la erudición, la riqueza del idioma. Es lo más débil que ha salido de mi pluma”. Sin embargo, destaca Ortiz que no se puede negar que hay preocupación por el idioma, pues la más ligera lectura hace comprender que en ella hay dos biografías, y casi tres si se cuentan los datos bastante sesgados que Dulce María nos da de su vida y de su familia, e ilumina un poco esa parte de la luna que, según ella, le quedaba siempre en la sombra. Toda esta primera parte del libro está dedicada a dar a conocer la memoria del hombre que fue su segundo esposo y el gran amor de su vida, el periodista de origen canario Pablo Álvarez de Cañas, quien divulgó la obra de la escritora cubana, cosa que ella nunca buscó.

La doctora Ortiz, quien también es presidenta del Movimiento Amigos del Libro, haciendo gala de su exquisita elocuencia, analizó todos los pasajes de Fe de vida con su fuente inagotable de sabiduría, valores positivos y un profundo sentimiento. Esa mañana, un grupo de sus admiradores se reunió en la necrópolis de Colón, en el panteón familiar de los Loynaz. Allí le pusieron flores y, como siempre, algunas notas con versos y sus canciones preferidas. Muy cerca de allí, están otros compañeros y amigos suyos descansando, como Alejo Carpentier, Fernando Ortiz y Julián del Casal.