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Yolanda graziani: “Pinto con el alma”

Una calle de la capital grancanaria lleva el nombre de  Yolanda Graziani. | Foto. Miguel Hernandez
Una calle de la capital grancanaria lleva el nombre de Yolanda Graziani. | Foto. Miguel Hernandez

Por Benjamín Reyes

La pintora grancanaria Yolanda Graziani ha trasladado al lienzo, a lo largo de su dilatada trayectoria, sus particulares visiones de fondos marinos, superficies lunares, meteoritos, paisajes telúricos y geografías de otros mundos de raíz onírica. El mismísimo Salvador Dalí alabó su obra: “La técnica de Yolanda Graziani es prodigiosa y su fantasía te hace ver esos mundos alejados para las personas corrientes, pero que existen, en la Luna, en el cosmos, y que es solo dado a ver a los elegidos”. En 2012 una retrospectiva en el edificio Miller de la capital grancanaria ponía el broche de oro a un periplo artístico de 50 años que le ha llevado a exponer desde la ciudad que la vio nacer hasta la Venecia natal de su madre, pasando por numerosas ciudades españolas (Madrid, Barcelona, Bilbao, Córdoba…) a Estocolmo, Roma, Florencia o Collioure (Francia). Incansable, prepara su próxima exposición en Benidorm, que se inaugurará el próximo 17 de junio con una treintena de cuadros.

-Sus progenitores de origen italiano ­su padre era de Ravena y su madre de Venecia- formaron una familia numerosa.

“Mis padres, Agustín Graziani y Blanca Rosa, vinieron, en la década de los 20, a Canarias en viaje de luna de miel. Mi padre, que era dentista, se enamoró de Canarias, concretamente de Teror, y al ser su profesión demandada en las Islas, nos quedamos a vivir aquí. Mis padres tuvieron 13 hijos y dos abortos. No llegamos a convivir los 13 hermanos juntos porque los tres primeros, Yolanda, Pedro y Pablo fallecieron”.

-¿Cómo recuerda la primera vez que expuso en 1962 en la X Exposición regional de Las Palmas de Gran Canaria? (obtuvo el primer premio de pintura).

“Recuerdo que no quería exponer porque consideraba que no estaba preparada para presentar mi obra en público. Sin embargo, Matías Díaz Padrón, consejero técnico del Museo del Prado, llegó a escribir que mis cuadros eran lo más sugestivo de la exposición”.

-En 1968 conoció a Salvador Dalí en su residencia de Cadaqués, ¿cómo lo recuerda?

“Acudí a su casa por mediación de un crítico de arte. Me recibió amigablemente. Creo que Dalí tenía dos personalidades, la excéntrica que mostraba en público y la sensata que dejaba ver en la intimidad. Dalí me propuso una exposición que no se llegó a celebrar porque mi madre enfermó. Estuve un año sin hacer nada”.

-¿Qué ha querido plasmar en sus característicos cuadros esotéricos?

“Lo que quiero plasmar en mis cuadros son mis sueños. Mi obra ni es abstracta ni es realista, lo que pinto son recuerdos oníricos”.

-¿Pinta con el alma?

“Le voy a responder con una poesía escrita por mí: Mi pintura es el reflejo del alma. Dolor del espíritu cansado de vivir constante amargo. Es la entrega a la amargura, donde nace y muere a cada instante el ansia y la angustia más pesada de vivir atormentada. Son pinceladas sin colores que reflejan mi paz lejana y mi nostalgia más cercana. Agonizar a cada paso. Es tan triste cuando me preguntas que son esas manchas negras que presentas. Es mi yo introvertido. Mi alma transportada al lienzo donde el dolor reposa. Lo confieso”.

-Esto entronca con que Chona Madera dijo de su obra que usted era más poeta que pintora.

“Chona Madera era muy amiga de mis padres. Era una persona de una gran sensibilidad. Me gustaba hablar más con ella que con mis amigas, a pesar de la diferencia de edad. Nos leíamos las poesías que habíamos escrito. Las poesías las escribo para mí, solo he publicado algunos poemas sueltos en el catálogo de mi última retrospectiva. No obstante, Juan Francisco Santana Domínguez, artífice de la biografía de Pino Ojeda, tiene la intención de publicar un poemario mío”.

-El doctor Rafael O’Shanahan la sacó de una profunda depresión en su juventud. ¿La pintura fue su tabla de salvación?

“O’Shanahan me recomendó que fuera a la Escuela Luján Pérez. Fui un día y sentí que no era mi espacio. Le llamé para decirle que no quería seguir pintando, pero él me animó a que lo hiciera sin apoyo académico y hasta la fecha sigo en la brecha. La pintura ha sido una salvación para mi mente. Soy una persona muy sensible, que alterno diferentes estados de ánimo. Paso de estar triste a estar contenta en un mismo día”.

-¿Por qué ha querido desmarcarse de los grupos artísticos?

“Nunca me han llamado para formar parte de ningún grupo”.

-¿Qué influencia ha tenido Teror en su universo creativo?

“El campo más bonito de Gran Canaria está en Teror. Me encanta su tranquilidad, su naturaleza, su soledad. Mis padres vivían una temporada en la capital grancanaria y en el intervalo de mayo a diciembre vivíamos en Teror”.

-¿Por qué el museo de Teror dedicado a su obra está actualmente cerrado?

“El museo tuvo su apertura en 1999 con 90 cuadros, pero a los tres años se cerró por falta de recursos para mantenerlo abierto. Al final me llevé los cuadros”.

-¿Qué valor le concede a que una calle de la ciudad que la vio nacer lleve su nombre?

“Le concedo un gran valor a que mi nombre figure en la zona de Las Palmas de Gran Canaria dedicada a los pintores”.

-En una entrevista concedida a Luis León Barreto en Diario de Las Palmas en 1981 revelaba que pintaba hasta la extenuación.

“La creatividad no tiene horarios. Sigo pintando a cualquier hora, a veces, me dan las tres de la mañana. En mi juventud, en una ocasión estaba pintando un paisaje lunar de noche en Teror y mi padre se levantó para decirme que durmiera. Le comenté que fuéramos a dar un paseo por el pueblo para despejar la mente. A la vuelta, al rato de acostarme, me desperté y terminé el cuadro”.

-¿Qué significado le otorga a los colores?

“Me gustan todos los colores. Cuando estoy romántica empleo tonos pasteles, cuando estoy nerviosa uso el rojo. Con el verde reflejo esperanza y con el blanco la espiritualidad. Si estoy triste pinto cuadros oscuros. Una noche no podía dormir, por la reciente muerte de un ser querido, y pinté un lienzo titulado Noche de difuntos. Ese cuadro fue el primero que vendí en Madrid, en la primera ocasión que expuse en la capital de España”.

-¿Le tiene miedo a la muerte?

“Ese tema ni me lo nombres. Prefiero hablar de la vida. En el fondo de mi alma soy una persona triste, pero procuro estar alegre en mis relaciones con los demás. Necesito relacionarme con gente profunda y sensible”.

-En 2012 se celebró una retrospectiva de toda su trayectoria en la capital grancanaria. ¿Supuso el broche de oro de su carrera?

“He protagonizado muchas exposiciones en mi vida, pero en esa me emocioné”.