Un año de reinado

Mañana se cumple un año de la asunción por don Felipe de Borbón de sus responsabilidades como rey de España, tras la abdicación de su padre don Juan Carlos, quien ha prestado grandes servicios al país aunque en la etapa final de su reinado dejó a la Monarquía, debido a las desvergüenzas en que se vio envuelta la familia real, con la más baja valoración de los últimos años (3,72 puntos sobre diez). Con dignidad y ejemplaridad admirables, en apenas doce meses don Felipe ha recuperado para la institución monárquica el prestigio y la confianza que nunca debió perder pero que su propio padre propició primero con una conducta impropia de su alta magistratura
-recuérdense la cacería en Botsuana y las aventuras con Corinna zu Sayn-Witgenstein- y después no cortando de raíz los primeros atisbos del escándalo que luego estallaría en la persona de su hija Cristina y su marido, Iñaki Urdangarin, ambos imputados por corrupción y pendientes de juicio por el caso Nóos. En contra de las prácticas licenciosas de algunos miembros de su familia -la reina emérita doña Sofía es una primorosa excepción-, el joven soberano ha puesto en marcha un nuevo estilo y una política basada en el imperio de los valores morales, la transparencia, la austeridad y la cercanía unidas a una serie de prácticas éticas y estéticas modélicas muy del agrado de la mayoría de la población, como la privación a su hermana y a su cuñado del ducado de Palma.

Así lo demuestran las últimas encuestas, según las cuales el Rey es apoyado por más del 80% de los ciudadanos, en tanto la Monarquía como mejor forma de Estado para el país recibe el respaldo de más del 70%. Esta trayectoria real marca una impronta que rompe con algunas prácticas anteriores, un tanto desfasadas y con excesiva carga cortesana, que no casan con la sencillez, naturalidad y nuevo estilo que don Felipe quiere imprimir a la Jefatura del Estado. Mientras, la reina doña Leticia aporta unos modos y maneras de desenvolverse, tanto en sus tareas profesionales de representación dentro y fuera del país como en sus actividades privadas, muy bien recibidos entre la opinión pública por su frescor, espontaneidad y discreción. En resumen, estamos ante una Corona más familiar, sencilla y renovada que cala mejor en el corazón de los españoles.