literatura

“Con esta novela he vuelto a reinventar mi narrativa”

Víctor Álamo de la Rosa presenta la novela ‘Todas las personas que mueren de amor’. | DA
Víctor Álamo de la Rosa presenta la novela ‘Todas las personas que mueren de amor’. | DA

Siete novelas, cuatro poemarios y dos libros de relatos atestiguan la solidez de la obra literaria de Víctor Álamo de la Rosa, uno de los principales escritores que ha dado Canarias en los últimos tiempos. Estos días presenta su novela Todas las personas que mueren de amor, una obra que, según confiesa en esta entrevista, “es una verdadera novedad en mi trayectoria porque es el punto de partida de un nuevo ciclo narrativo”. Esta novela obtuvo el premio Benito Pérez Armas de la Fundación CajaCanarias, el más importante de cuantos se convocan en el Archipiélago.

-¿Por qué se le ocurre, después de más de 20 años y numerosos éxitos con sus novelas anteriores, dar este giro tan radical?
“Lo necesitaba. Cuando me ponía a escribir me di cuenta de que me sentía cómodo, y entonces empecé a pensar que eso no servía, que como artista debía imponerme un nuevo reto que me llevara a otros derroteros literarios. Debía averiguar en qué otros órdenes y desórdenes podía desenvolverme como novelista. Por eso rompí mi mundo narrativo anterior, ese espacio de la Isla Menor, trasunto literario de la isla de El Hierro, para embarcarme en este nuevo proyecto que empieza con Todas las personas que mueren de amor y que, también, ya sé que será una trilogía, porque tengo escritas otras dos novelas. En las novelas anteriores me obsesionaba escuchar las voces del pasado, porque sabía que todavía tenían muchas cosas que decirnos, y desde esa perspectiva escribí obras como El año de la seca, Campiro que o Terramores, pero ahora, en esta nueva serie de novelas, la perspectiva es otra, es escuchar las voces del presente, del mundo contemporáneo, ponerle nombre a los fantasmas contemporáneos para conocerlos y saber de qué van, de qué pata cojean, por qué somos como somos. Intentar leer desde la novela el mundo de ahora, tan complejo”.

-Todas las personas que mueren de amor, dado su título, ¿podría calificarse como una novela romántica o de temática amorosa?
“No, es una novela sobre el amor y el desamor, pero en las antípodas de lo que llamaríamos una novela romántica. Es el juego que me propongo. Yo me propuse retratar ese momento en que atravesamos la intemperie del desamor, y nos desorientamos, y nos creemos morir un poco cada día, de hecho el protagonista de la obra se muere tantas veces que pierde la cuenta, porque eso da igual, solo importa conocerse, establecer las reglas del infierno en que se mueve, hasta el punto de que en la novela, cruzada por varias voces, tiene que aparecer el mismísimo diablo para venir a explicar qué es el amor, cómo debe ser ese sentimiento universal que debe ser generoso y que muchas veces entendemos como egoísmo o propiedad del otro, del presunto ser amado. Esto ocurre mucho hoy en día”.

-La novela transcurre en diversos planos y con varias voces narrativas, ¿por qué?
“Quería fabricar ese momento en que nos sentimos perplejos, un poco fuera del mundo, un poco fuera de la realidad. Cuando estamos desnortados, por ejemplo por culpa de problemas amorosos. De ahí que la realidad no baste y tenga que fundar en la novela ese otro espacio curioso en donde todo cabe, en donde todos pueden incluso estar muertos o vivos porque eso da igual, eso tampoco importa. De hecho, la voz narrativa protagonista, encerrada en un hospital, va fundando sus propios espacios, sus paraísos, sus puntos de fuga de la realidad para aprender a inventarse un mundo mejor, un mundo a su medida”.

-¿Y qué va a ser ahora de la isla de El Hierro, ya no va a tener quien la escriba?
“El Hierro es la isla que tengo atada a la memoria de mi infancia, aunque haya nacido en Santa Cruz de Tenerife, y a esa isla y a su particular geografía volcánica le debo incluso mi estilo literario, juguetón, retorcido, singular, a imagen y semejanza de las labiales y las coladas de lavas del sur de El Hierro, donde jugaba cuando niño y donde todavía juego, esté o no esté allí.”

-Tres universidades extranjeras han presentado tesis sobre su obra, dos en Italia y una en Brasil, ¿interesa más fuera que dentro?
“Bueno, no lo creo, aunque la verdad es que esos trabajos me ayudan a crecer como escritor porque me obligan a reflexionar sobre lo que hago. Por ejemplo, a finales del año pasado se presentó una tesis en la universidad del estado brasileño de Juiz de Fora que analiza mi obra literaria insertada en una especie de gran comarca literaria atlántica, formada por las literaturas de Galicia, Madeira, Cabo Verde y Brasil, pasando por Canarias, claro está, y esa es una idea que me encantó. Ahí la Universidad de La Laguna, gracias a la revista de la Academia Canaria de la Lengua que dirige Juan José Delgado y a los estudios realizados por ejemplo por Juan Manuel García Ramos, sin duda, tienen mucho que decir y que aportar”.