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Desequilibrios de alto riesgo – Por Teresa Cárdenes

Si tu peso en un gobierno se mide por tu presencia en las áreas económicas, Coalición Canaria acaba de darle un buen repaso a los socialistas en el reparto del futuro Ejecutivo canario al agregarse otra vez, amén de la Presidencia del Gabinete, las áreas de Economía y Hacienda y la gestión de todos los territorios económicos con algo que decir en la recuperación, empezando por la Consejería de Turismo. En un gesto realmente incomprensible, el PSOE renuncia a su joya de la corona, la Consejería de Educación, para asumir a cambio los campos minados de la Sanidad, en un intercambio que merece la pena descodificar en clave interna: en apariencia, solo un signo más de la batalla caníbal que se libra en el interior del PSOE canario después de que Patricia Hernández se alzara con la pírrica victoria de las primarias Paypal, aquel episodio bochornoso que destapó centenares de votos falsos comprados con una única tarjeta de crédito.

En los pasillos de Bruselas, en los meandros de la euroburocracia, ese poder atormentado estos días por los tour de force de Tsipras y Varoufakis, es usual que los conocedores de las tripas comunitarias repitan sin cesar un aforismo que dice nada está cerrado hasta que todo está cerrado. Y es más o menos lo que ocurre con el pacto de gobierno entre Coalición Canaria y el PSC: aún hay que esperar hasta ver hacia dónde conducen no solo los remolinos internos de cada partido, sino, lo que es aún más importante, qué sucede en instituciones periféricas que son tradicionalmente la madre de todas las batallas de CC. Esto es, el Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento de La Laguna. Y hágase notar al respecto el retorcimiento sutil con que Carlos Alonso despliega en el Cabildo una ocurrente diplomacia vaticana para ofrecer responsabilidades de gobierno, amén del PSOE, al PP y hasta a Podemos. Es innecesario detenerse en la traducción simultánea de este gesto: CC practica el juego que mejor se le da desde 1993, que no es otro que asegurarse la Presidencia del Gobierno y los verdaderos ejes del poder, al margen y con total independencia del flujo de las mareas electorales y su impacto en el número de escaños. Pero ahora, la gran pregunta no es sólo hasta dónde va a ceder el Partido Socialista en el intento de no salir despedido abruptamente del Gobierno regional, sino cómo piensa hacerlo en compañía de su socio para dar apariencia de equilibrio territorial al reparto de la tarta.

Se da por hecho desde el minuto uno posterior a las elecciones que una reedición del pacto CC-PSOE traerá la concentración en candidatos de Tenerife de la Presidencia y la Vicepresidencia del Gobierno, en las personas de Fernando Clavijo y de Patricia Hernández. De ser así, será la primera vez que un pacto de gobierno y sus firmantes rompan deliberadamente la norma no escrita, aunque avalada por el espíritu del Estatuto, de que la Presidencia y la Vicepresidencia del Gobierno sean ocupadas por una persona de cada provincia y se localicen de forma equitativa y alternante en las dos capitales canarias, detalle que sí especifica expresamente el Estatuto. Por elemental respeto a un principio de equilibrio que asumieron escrupulosamente todos los presidentes del Gobierno de Canarias, incluidos por supuesto Manuel Hermoso y Adán Martín. Y porque en Canarias, más allá de la formalidad, el Gobierno no solo tiene que ser equilibrado, sino además parecerlo. Pero ahora, enfrascados en sus tacticismos de luces cortas y en sus trapisondas de partido, CC y PSOE han decidido por lo visto que pueden dinamitar esa norma no escrita, fumarse el espíritu del Estatuto y hacerse un traje a la medida de sus cortoplacismos. Es un grave, gravísimo error. Porque el reparto y su desequilibrio no lo motiva ni la capacidad ni el carisma ni mucho menos el apoyo electoral de los candidatos, sino la pretensión de hacer a toda costa un reparto del pastel que se adapte a las cuotas y las batallas partidarias. No es un problema de si tal o cual cargo es de Tenerife, de Gran Canaria o de La Graciosa. Es un problema de sensibilidad, de sensatez y de respeto que, de no reconsiderarse, alimentará innecesariamente el regreso a las hogueras del pleitismo, aquel que con toda seguridad alimentarán a su antojo quienes se sienten en los escaños de la oposición.

Entre tanto y mientras meditan, sería interesante que ningún vocero de CC insulte la inteligencia de los ciudadanos con la especie de que vivimos un tiempo nuevo donde importan la persona y no la isla. Ellos, los del sistema electoral…

@teresacardenes