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Globalizarnos – Por Juan Pedro Rivero

Lo mismo es vivir al otro lado de la calle que a 25.000 kilómetros de distancia. Estamos vinculados por esa revolución tecnológica que nos sitúa a todos dentro del mismo marco de información y comunicación. Internet y la mundialización de la economía han hecho de nuestro mundo una aldea global. Se suele denominar globalización a ese proceso de interdependencia entre los distintos países del mundo uniendo sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global.

Globalización en su sentido positivo y, sin duda también, en su vertiente negativa, como generadora de desigualdades y marginaciones, de descartes, como le gusta decir al Papa. Ya no nos resulta extraña su expresión de “globalización de la indiferencia” con la que nos invita a superar algunos aspectos materialistas e individualistas de la cultura dominante. Es un proceso -la globalización- en el que somos sujetos y objeto a la vez: somos globalizados y nos globalizamos. Al margen de libertad en el proceso, por escaso que sea, no debemos renunciar. No podemos renunciar.

Este pasado domingo, una Cofradía de La Laguna -la de la Misericordia- tuvo la creativa idea de realizar una alfombra solidaria para la Fiesta del Corpus Christi. Un vasito de color y un donativo voluntario para el Centro de Orientación Familiar (Cof2000). Una idea buena que hace honor a su nombre. No se puede amar a Dios desde actitudes lejanas a la misericordia con los demás. Por eso, y al eco de lo que nos invita el Papa, bien valdría la pena que, de globalizar algo, globalicemos la misericordia.

Hay que dar un salto de libertad personal, cada uno desde donde pueda y desde donde esté, de la globalización de la indiferencia, inadecuado espacio para la humanidad descartada, hacia la globalización de la misericordia, que nos hace sujetos activos de la verdadera inclusión y solidaridad.

De globalizar algo, que sea la misericordia.

@juanpedrorivero