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Gracias, Transición – Por Ramiro Cuende Tascón

Llegó el siguiente capítulo de nuestra historia, lo que no se acabará nunca es la memoria que ya está en las nubes. Este país se va haciendo mayor de edad, puede que al tran tran, pero se hace. En unos lustros no quedará nadie nacido en 1930, en unos pocos más en 1940, y poco más los de mi quinta, significa más de lo que parece, puesto que quedarán menos marcas, menos rencores, menos pitos, solo quedará lo que la libertad y la democracia estimen por conveniente. Pronto pasarán a la historia aquellos que consiguieron algo de igualdad para que los más desfavorecidos pudieran ir a la escuela y luego a la universidad, algunos de los cuales hoy lideran partidos políticos que desprecian aquellos tiempos, difíciles momentos a los que llegó este país tras escuchar a Arias decir con aquella mustia solemnidad “El dictador ha muerto”, menos mal que no dijo ¡Viva el dictador! Son los mismos que nos han dejado estupefactos estos últimos años. Bandoleros. Quedan las puertas giratorias que usan todos con un descaro de órdago, una ruleta de la fortuna que deja a todos colocados. Lo cierto es que pocos vuelven a su pueblo. El último ha sido monsieur Wert, al que le regalan por destrozar la educación una paradisíaca vida con su amada en París a todo tren y de ser necesario en bateau luxe. Hace días leía a Prego, que no es dudosa: “Otra cosa es discutir si debería gobernar o no la lista más votada, pero no es eso lo que se propone, sino expulsar del juego a una formación por la obscena razón de que no gusta o de que se le tiene miedo a lo que haga cuando tenga el poder.

Algunos deben acostumbrarse a asumir plenamente y de cara los resultados de las elecciones y sus posibles consecuencias”. Los que han ganado los votos los han obtenido porque sus rivales no lo han hecho bien, porque sus mensajes han sido insuficientes o porque su historial daba pie a la desconfianza o al rechazo. Es una de las reflexiones democráticas más interesantes que he leído, una gran lección para los párvulos demócratas de siempre. Para muestra un botón: “No puede aceptarse esa tesis conformista que predica que es mejor no hacer nada frente al mal para evitar males mayores, cuando la verdad es que el mayor de los males y tristes ejemplos que hay en la historia es callar y consentir lo que no debe silenciarse y aceptarse”. Señor Rguez. Arribas, disculpe mi humilde pertinencia, todo estupendo, pero no es así, ni es tan dramática la historia de los pitos de la final, estupideces sin arreglar. Hay que leer más, será mejor.