1. Se me hace curioso titular así: una irreflexión; yo he sido de casi todo, menos reflexivo. Me he dejado llevar mucho por los impulsos. Soy consciente de lo que interesa mi vida en este pequeño mundo, que es una mierda de mundo. He aprendido a vivir de la pasión que genero y eso me convierte en un animal que no puede seguir existiendo sin que hablen de él. Hay gente que habla obsesivamente de mí y que basa su existencia en mí y casi siempre en lo que no hago. Hago esta disquisición no por nada sino porque con la madurez -mis amigos no me permiten que me haga el viejo- me he hecho tremendamente popular, Y hay gente que sueña conmigo. Si fuera cierto todo lo que dicen de mí debería tener, al menos, 150 años. Qué poco me conocen.

2. Creo que ayer les hablaba de que algunas personas, sobre todo mujeres, peregrinaban hasta mi casa de La Orotava, antes de que se la entregara a CajaCanarias en dación en pago, hace ya bastante años, para ver desde dónde transmitía mi programa de radio La Cafetera. Y en esta irreflexión me he puesto hoy: en que alguien resucite Radio Burgado, con un pequeño equipo, un socio capitalista y yo como colaborador desinteresado para un programa por la mañana, como siempre, desde la cama.

3. Se lo propuse ayer a varios amigos y la respuesta fue dispar. Unos me decían que a los casi 68 años no siga jugando a ganador; otros me dijeron que por qué no. Y un señor con posibles me aseguró que él apoyaría el proyecto. Si a mí me ponen a la disposición un programa de 8 a 10 de la mañana, barro. Taxista que abordo, taxista que me recuerda aquellos tiempos en que mi amigo Julio Luis Pérez Alonso tuvo que asignar líneas de teléfono adicionales porque colapsábamos Santa Cruz con el tráfico de llamadas de los oyentes. Estoy en esa irreflexión en este fin de semana lleno de agradables sorpresas porque a lo mejor me cae un pellizco inesperado. Me arreglaría la vida. ¿Radio Burgado otra vez? Quién sabe.

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