nombre y apellido >

Joan Manuel Serrat – Por Luis Ortega

Figura estelar de la cultura contemporánea de España y América, poeta notable y compositor caudaloso, con influjos cultos y populares, intérprete de singulares registros, pionero de la Nova Cançó y divulgador eximio de la poesía en catalán y castellano, abrió una puerta a su intimidad en el Arts Santa Mónica de su Barcelona natal. El propósito de Fermí Puig, Lluis Marrasé y Miquel Jurado, responsables conjuntos de Cincuenta años de canciones, fue enseñar la vida y la obra de Joan Manuel Serrat (1943) a través de los objetos personales y los soportes físicos que conservan sus creaciones y sus recuerdos. Y lo cumplieron con solvencia en la exposición montada en un edificio religioso habilitado para actividades culturales.

En los distintos ámbitos, distribuidos por el claustro, se exponen piezas tan significadas como su primera guitarra, regalo de su padre, con la que debutó en un programa de Radio Barcelona en 1965; la máquina de escribir Underwood con la que pasó a limpio sus textos personales y letras, y con la que viajó por el mundo; su más famoso fetiche -el taburete de la discoteca Bocaccio- que aún le acompaña en todos sus conciertos; la partitura de Cançó de matinada, escrita en 1966 y la primera en lengua catalana que logró el número uno en las listas de éxitos de España; registros inéditos de sus primeros temas, las seis versiones personales -castellano, catalán, portugués, francés, italiano e inglés- del La la la, ganador del Festival de Eurovisión de 1968 con la cantante Masiel, con el que se iniciaron sus conflictos con el franquismo; el grueso de su discografía -trescientos títulos grabados dentro y fuera de España- y centenares de carteles de conciertos en países tan distantes como Japón, Rusia e Irán; documentos y partituras diversas, fotografías, álbumes de prensa, libros sobre su música y otros dedicados por autores célebres y, además, curiosidades como la orla en la que aparece con sus compañeros de la Escuela de Peritos Agrícolas y numerosas instantáneas familiares. Recorrí la exposición con un colega y ambos tuvimos ocasión de comprobar el gancho y la proyección que conserva del Noi de Poble-sec porque, en un pequeño escenario instalado en la zona claustral, jóvenes y mayores, con guitarra o playback de acompañamiento, actuaban y esperaban turno para cantar sus temas con la misma pasión con la que públicos de todo pelaje conocieron sus primicias hace más de medio siglo.