1. Toda la vida haciéndole la pelota a Vargas Llosa para que luego se vaya con la Preysler y deje al pobre Juancho abandonado a su suerte en la Academia, con cuatro votos jediondos. Qué mal se ha portado Varguitas con el autor canarión, que aspiraba al sillón H. Lo apoyó, es verdad, lo propuso, pero luego se fue de cena con la china y no insistió ante los inmortales. Para él fue la bomba H porque aspiraba ganarle a Félix de Azúa, que vive en Madrid para no vivir en Barcelona y que obtuvo 19 apoyos. Al final se va a quedar Barcelona desierta porque hasta Durán i Lleida mora en el “Palace”. Aquí algunos daban saltitos de alegría con la desgracia de Juancho, pero no voy a dar nombres. Yo me alegro de su desgracia por lo que machacó a mi amigo Maccanti, en vida, porque ya de muerto no lo puede machacar. Juancho no tiene ni obra, ni estilo, ni gracia, para entrar en la Academia, Y a Vargas lo está poniendo como un zapato mi admirado Jaime Bayly. Yo creo que Varguitas se enchavetó, y cualquiera no, con la Preysler, que es un monumento a la fecundidad.

2. El disgusto que tendrá ese hombre, que vive en Alpedrete -agárrame el tolete-, con su no designación para el sillón que ocupó Martín de Riquer. Pero es que Umbral no entró en la Academia, ni González Ruano, ni ha entrado María Dueñas, ni un montón de gente más. ¿Por qué iba a estar ahí el bueno de Juancho, que no deja de ser un autor del montón, con un lenguaje también del montón y con muy mala leche? Lo único bueno que Juancho tiene en su currículo es que dirigió la revista del Real Madrid. Este sí que es un mérito.

3. En fin, que me he quedado bastante contento con el no acontecimiento y celebro el buen juicio de los académicos al mirar para otro lado ante la recomendación, tímida, eso sí, del premiado Vargas Llosa, único Nobel en la Academia, de momento. Siempre te quedará Estocolmo, Juancho, a donde ya fuiste a recogerle la levita a tu mentor, que prefiere a la Preysler que a ti. Yo también.
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