OPINIÓN

“¡Mediterráneooo!” – Por Ginés de Haro

Llevaría el maestro Serrat algo así como media docena de canciones cuando, de entre los vivos, surgió la voz imponente de una señora: “¡Mediterráneooo!” Con el resto del respetable entre asustado y perplejo, el cantante, bonachón, puso cordura: “Paciencia, señora, en todo en la vida hay que tener paciencia”.

El Auditorio presentaba el aspecto de las grandes ocasiones: un escenario sobrio y elegante, un lleno casi completo, y un público adulto, bien peinado y educadísimo. Casi se diría que estábamos en la Ópera de Viena: silencio absoluto escuchando al maestro, ni una tos se oía. Y al final de cada tema, ovación cerrada, bravos y vítores. Absoluta cortesía, si pasamos por alto a la señora que gritaba “Mediterráneooo”.
El concierto tuvo dos fases: una primera más melancólica en la que Serrat repasó temas de su etapa inicial, de infancia y primeros amores, y una segunda que se inició con un guiño cómplice y bufonesco a la señora (que todavía debe estar recuperándose del soponcio). Y cantó Mediterráneo, la que posiblemente es la mejor canción en castellano de la segunda mitad del siglo XX. Sería el inicio de un repaso (Antología desordenada se llama la gira) por algunos de sus grandes temas. Hasta veinticuatro canciones durante dos horas largas, que 50 años de talento dan para mucho.

El Nano, de cuando en cuando, presentaba los temas en actitud casi teatral, medidas las palabras, perfecta dicción, como masticando cada sílaba. Discursos llenos de ironía que el público celebraba con regocijo. Y de entre todas las canciones, destacaría una interpretación llena de emoción y musicalmente riquísima de El Romance de Curro el Palmo. Pareció por un momento que Serrat se trasladaba a una taberna castiza, con palmas y castañuelas incluidas. Una canción sublime. No sería justo dejar de reseñar al quinteto de excelentes músicos de la banda, a las órdenes del pianista Ricard Miralles, autor de los arreglos de gran parte de los temas originalmente compuestos a la guitarra. Sonaron a gloria bendita.

Dos veces tuvo que salir Serrat a contentar a la afición, acompañado de Lucía y Penélope. Y para terminar, el homenaje a Antonio Machado, Cantares, que, esta vez sí, y por invitación del cantante, sirvió para descargar la emoción al grito de “golpe a golpe, verso a verso”.
El cantante estuvo en plena forma. Es, indiscutiblemente, el autor español con más canciones redondas en el zurrón. Por eso, por el valor de las buenas canciones, se le va a ver casi en procesión. Alejado ya de las compañías que lo alborotaban en la gira con Sabina, fue un concierto sereno y bien acabado donde Serrat hizo de Serrat. Que no es poco.