OEA: solo un exilio dorado

Cuando un gobernante necesita “quitarse de encima” molestos compañeros de partido intentando continuar en el poder, suele concederles el exilio dorado de un cargo diplomático en organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA) en el Nuevo Continente, y a nivel mundial en Naciones Unidas (ONU). Exilios dorados poco útiles a sus países miembros, pues estos organismos jamás cumplieron los objetivos para los que fueron creados, especialmente evitar conflictos, sumado a que siempre hay un grupo dominante, como los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, o un país con fuerza hegemónica, como lo es Estados Unidos en la OEA, donde durante décadas logro imponer sus salvajadas en el Nuevo Continente, como la invasión a Santo Domingo, el genocida Plan Cóndor, o su selectividad para que se acepte en la OEA a dictaduras de derecha originadas en golpes de Estado patrocinados desde Washington, y vetando a la cubana encabezada por los Castro.

Esta semana, en la Asamblea Anual de la OEA, escucharemos felicitaciones por la readmisión de Cuba tras su acercamiento con un Washington que, aún dominante, ha cambiado de enemigo regional. Venezuela por Cuba. Y, de asumir la presidencia estadounidense el magnate Donald Trump, sumaría a un México al que amenaza con transformar en una inmensa Franja de Gaza levantando un muro para “evitar que México nos mande lo peor”. De integración y cooperación nada de nada, lo que demuestra que Estados Unidos sigue sin comprender el continente que integra y, aterrado al verlo invadido comercial y económicamente por China y Rusia a raíz de su propia desidia, invoca nuevos enemigos alimentando, así, la creación de bloques que le son adversos, como la ALBA y la Unasur, bajo el eterno silencio de diplomáticos latinoamericanos inoperantes que solo gozan de sus exilios dorados.

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