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Pactos – Por Leopoldo Fernández

He preferido mantener hasta hoy un discreto silencio sobre los pactos postelectorales. No me gusta jugar a la especulación o recoger lo que casi siempre son rumores no confirmados, filtraciones interesadas o meras especulaciones sin mayor fundamento, en tanto los correspondientes acuerdos de gobernabilidad no hayan sido firmados y bien firmados. Sé por experiencia profesional, tras años de ejercicio periodístico, que este tipo de conversaciones partidarias pueden variar no de un día para otro sino varias veces en el curso de una misma fecha e, incluso, de una sesión negociadora; de ahí la prudencia y la reserva con que conviene acoger las noticias acerca de los acuerdos previos a la constitución de las nuevas corporaciones locales, más aún si -como desde el principio pretenden CC y PSOE- se trata de imponer una cascada de pactos de arriba abajo, algo de antemano utópico porque en política la voluntad, si no es homogénea y supera los individualismos, no puede ser impuesta por decreto. Aun así, es probable que no se produzcan grandes sorpresas en la configuración de los ayuntamientos, pero algunas habrá, seguro. No se puede obligar a todo quisque a pasar por las horcas caudinas de las imposiciones. Las razones particulares, las diferencias personales, las rivalidades insuperables, las debilidades humanas, los llamados líos de familia, hasta las deslealtades consumadas, no quieren tenerlas en cuenta quienes se ocupan del ordeno y mando. Tratan de aplicar a rajatabla una disciplina que no atiende más norma que la decidida desde las alturas del poder partidario. Y rechazan la introducción de excepciones puntuales en los compromisos olvidando que con ellas se evitaría el naufragio de un pacto más amplio y se garantizaría la estabilidad y la coherencia en la mayor parte de las instituciones, desde el Gobierno autonómico a cabildos y ayuntamientos. A muy pocas horas de la constitución de los nuevos consistorios, persisten las incertidumbres sobre un puñado de acuerdos, en Canarias como en el resto de España. Ojalá la renuncia a egoísmos y codicias permita encauzar la actual situación anteponiendo el interés general de un pacto amplio y la perdurabilidad de las corporaciones a cualquier otra salida, incluidos los afanes de revancha que se adivinan en el horizonte