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‘Parker 21′

1. Hay una tienda muy especial en el barrio de San Telmo, en Buenos Aires, en la que venden plumas Parker antiguas. Frecuenté esa tienda hace varios años y compré en ella algunos ejemplares raros, entre ellos una reproducción de la mítica Parker 21, en tamaño gigante. En Argentina hubo fábrica de esta marca, pero sus plumines, en mi opinión, no tienen la sensibilidad de los que llevaban las originales americanas. Mi abuelo me regaló, y aún escribo con ella, una Parker 51, edición especial, cuyo deslizamiento sobre el papel es una auténtica gozada. En la tienda de San Telmo te venden estuches antiguos, libros sobre la historia de la marca y todo lo relacionado con sus distintos modelos. La tienda la llevan dos hermanos; la joven atiende el mostrador y él es el artista y el especialista en la marca. Fui allí tantas veces que ella consultó en la Internet y un día me dijo: “Oiga, es usted muy famoso, ha escrito muchos libros; le vamos a hacer descuento en lo que compre”.

2. El barrio de San Telmo es el paraíso de los coleccionistas. Hay de todo, a precios muy variables. Yo me enamoro de todo lo viejo y debo sufrir, eso sí en su versión más leve, un cierto complejo de Diógenes. Me encanta el coleccionismo y me sigo emocionando con lo antiguo. He pensado mucho qué hacer con las cosas inútiles que tengo. Probablemente morirán conmigo, aunque ya he regalado algunas a lo largo de los años. Hay que ir aligerando equipaje y ¿para qué quieren mis hijas todo eso? Siempre digo que en San Telmo cometí la estupidez, hace más de veinte años, de rechazar, creo recordar que por 1.000 dólares, un original de García Márquez. Bueno, pero sí me hice con algunas otras cosas interesantes.

3. Los saltos de alegría que di cuando encontré, por cuatro perras, en una librería de la avenida Mayo, primeras ediciones de Azorín, entre ellas el relato de un homenaje al maestro publicado por la Residencia de Estudiantes madrileña. Allí boxearon, una vez, Luis Buñuel e Isidoro Luz, médico, más de 25 años alcalde de mi pueblo. Lo conté en la breve biografía que escribí, allá por 1984, del gran político tinerfeño. Empiezo con una pluma y termino con un admirado y gran personaje. Normal.
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