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Se nos ha muerto Pedro – Por Luz Belinda Giraldo Cabrera

Intento recordar cuándo conocí a Pedro Zerolo. Creo que lo conocí siempre. Esa es la sensación que tenía todas las veces que hablaba con él… que llevaba en mi vida toda la vida. Yo conocí a Pedro. Qué suerte tan grande. Mercedes Sosa diría “gracias a la vida… que me ha dado a Pedro”. Gracias.

De Pedro destacan en estos momentos tan duros su perfil profesional y político. Pero es que yo conocí a Pedro. A ese Pedro que llenaba de colores la estancia tan espectacular y discretamente cuando entraba; a ese mismo que, con su dulzura al hablar, te acariciaba el alma; a ese que escuchaba de verdad, aprendiendo de todos. Conocí a Pedro, me reí mucho con Pedro, viví muchos y muy buenos momentos con él, compartí pensamiento y análisis político con él, debatimos sobre la vida y la existencia. Y también me tomé un vermú en Madrid con Pedro; el que mejor me ha sabido jamás.

De Pedro dicen estos días que era la voz de los colectivos más desfavorecidos, de los discriminados, que era un luchador por los derechos y la dignidad humana. ¿Cómo se puede ser un activista en todo eso? Solo desde la gran empatía que Pedro irradiaba; él se ponía siempre en el lugar del otro; solo siendo valiente se pueden defender las causas y arriesgarlo todo; y solo Pedro era capaz de hacerlo desde la serenidad y el sosiego, pero con paso firme. Y con amor. Con mucho amor.

Se nos ha muerto Pedro y nos ha dejado un socavón imposible de soportar, pero a la vez se ha ido y lo ha llenado todo… las portadas, los informativos, las redes sociales… su presencia es enorme. Grande. Pedro era un grande. Grandísimo. Enorme Pedro. Tan gigante como tu ausencia.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me ha dado la risa y también el llanto… y a Pedro.

Cercano, humilde.