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No te quejes de la vida y mejórala – Por Tamara de la Rosa

Con frecuencia y, normalmente de manera inconsciente, llegamos a hacer de la queja nuestra más fiel compañera; desde que suena el despertador, a las 7 de la mañana, hasta que finaliza la jornada. Nos quejamos del calor, del frío, de nuestros padres, de nuestra pareja, de nuestros hijos, de nuestros jefes, del trabajo, de la crisis, de la casa, de las facturas… Nos convertimos en víctimas de nuestra forma de ver el mundo. Cuando algo no es de nuestro agrado, protestamos antes, durante e, incluso, después de solucionarlo. Nos podemos encontrar mal emocionalmente por diferentes causas, pero olvidamos que somos nosotros lo que escogemos encontrarnos bien o mal, porque somos nosotros los que nos provocamos las emociones. “No nos afecta lo que nos sucede sino cómo interpretamos eso que nos sucede”. ¿Te has parado a contar cuántas quejas verbalizas a diario? Hemos hecho del lamento un hábito, ignorando su coste emocional. Lo cierto es que con el lamento lo único que consigues es evitar, aunque sea temporalmente, enfrentarte a lo que requiere solución. Cuanto más nos refugiamos en la queja, peor nos sentimos y cuanto más lo analizamos, más razones, aparecen para seguir quejándonos. Y ¿Por qué nos quejamos tanto? Pues aparte de porque acabamos convirtiéndolo en un vicio, en ocasiones vivir instalados en la queja resulta cómodo e, incluso, útil. Cuando nos quejamos buscamos que otros se encarguen de solucionar nuestros problemas. Pero esto nos incapacita, estancándonos en el problema en vez de construir la solución necesaria.

El mejor antídoto para la queja es el “agradecimiento”. Con la gratitud creces y con la queja decreces. Márcate como reto observar tu diálogo y cuando detectes una queja expresa un agradecimiento a cualquier cosa que puedas agradecer. Siempre hay algo, incluso, lo que no tienes y no te gustaría tener, como enfermedades, carencias…

Mientras te quejas por todo lo que te falta, no te queda tiempo para disfrutar de todo lo que tienes, y recuerda que absolutamente todo puede desaparecer y que a lo que no le estás prestando atención hoy puede convertirse en la futura queja de lo que desearás mañana.

Las personas que se quejan agotan y consumen a aquellos que tienen alrededor. No te conviertas en uno de ellos.

No olvides el peso que tienen las palabras. Creamos nuestra vida con cada pensamiento. Todo es producto de las palabras que los expresan. Evita la queja, los chismes y la crítica porque ésta también es una queja. Con la queja intentas liberarte de tus pesares y logras el efecto contrario

Esfuérzate en darle más entrada a la gratitud. Puedes ser agradecido aunque tus emociones y sentimientos estén impregnados de dolor. “Quien no es agradecido en lo poco, tampoco será en lo mucho”. Cambia la forma de ver las cosas, y las cosas cambiarán de forma

Tendrás mejor ánimo, relaciones más favorables, mejor autoestima, más tranquilidad.
Si tiene remedio, ¿para qué te quejas? Si no lo tiene, ¿para qué te quejas? No te quejes de la vida que llevas y esfuérzate en mejorarla.

*PSICÓLOGA
tamaraconsulta@gmail.com