el diván

Anula los ‘deberías’ y apuesta por la flexibilidad

Deberías haber hecho”; “deberías hacer”; “deberías haber tenido en cuenta”. ¿Te has preguntado cuantos deberías te autoimpones a lo largo del día? Lo cierto es que llenamos nuestra vida de “deberías”, sin ser conscientes del desgaste emocional que produce este tipo de autocrítica. Pequeña palabra tras la que se esconden nuestros valores que, al fin y al cabo, son nuestro código moral. Se trataría de un exceso de responsabilidad y exigencia. Muchas veces, gracias a un “deberías”, te has motivado y cogido fuerza para enfrentar determinada situación, pero el problema aparece cuando convertimos esta palabra en una exigencia inflexible. Cuando empezamos a utilizar pensamientos extremistas de “todo o nada”, “blanco o negro” (consigo el éxito o soy un fracasado). Pensamientos, ideas y creencias que son indiscutibles e imposible de ser razonadas (hay que ser así, porque sí, o hay que ser así, porque siempre ha sido así). Esta autoexigencia hará que suframos un enorme desgaste porque sentimos la obligación de conseguir esas cosas que supuestamente “tenemos que hacer”. Buscaremos la perfección y muchas veces nuestro “debería” estará en un listón tan alto que lo pospondremos (ya lo haré en otro momento), aparecerá la inseguridad (no puedo presentarme, seguro que me sale fatal) y nos lamentaremos y sentiremos culpa por no haberlo hecho. A nivel emocional las consecuencias son muy evidentes, los niveles de ansiedad pueden llegar a ser muy elevados por no hacer lo que “teníamos que haber hecho”. Aparecerá el desánimo y, en muchos casos, la depresión. Tu autoestima comenzará a deteriorarse ya que te saboteas a través de un lenguaje interno pésimo cada vez que tu “debería” sea inalcanzable y aparecerá la frustración, por esa sensación de nunca alcanzar lo que te propones. Cuando nos referimos a nuestro pasado en términos de debería, lo único que conseguimos es que aparezca la culpa y nos fustiguemos por no haber actuado o logrado como nuestro “debería” nos exigía. En este caso, el “debería” sería un pensamiento limitante ya que nos impide aceptar ciertas situaciones y seguir hacia adelante.

1-. Asegúrate que ese “debería” no es heredado, sino que estás de acuerdo con él. Debes tener en cuenta que nadie nace con una mentalidad rígida. Es una actitud aprendida, pero podemos aprender, desaprender y reaprender en cualquier momento. Con frecuencia hacemos propias determinadas ideas, valores y principios con los que hemos crecido a pesar de que nuestro “yo” lo vea de diferente manera. Analízalo.
2-. Apuesta por una mente abierta con un pensamiento flexible. Podrás crear, generar, imaginar, improvisar, modificar, y adaptarte en cualquier ambiente. No se trata de eliminar ese “deberías” cuando no sea conveniente. Se trata de eliminarlo cuando sea necesario.
3-. Acabar con la rigidez mental y comenzar a ser flexible es más que una habilidad. Es un estilo de vida saludable.

4-. Una persona flexible, encuentra con mayor rapidez solución a la adversidad ya que una misma situación es capaz de analizarla desde diferentes perspectivas, todo lo contrario a una persona de pensamiento rígido.

Recuerda que el pensamiento flexible es una de las claves principales para nuestro bienestar psicológico, para tener unas mejores relaciones personales y para progresar, y estos tres aspectos son necesarios para tu felicidad.

*PSICÓLOGA
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