FÚTBOL

El arbitraje tinerfeño, en alza

ARBITRAJE TINERFEÑO
Los dos colegiados se muestran ilusionados con los ascensos. / DA

POR PEDRO PÉREZ CAMACHO

Tras conocerse los resultados de final de temporada, el arbitraje tinerfeño ha salido muy fortalecido con el ascenso de dos de sus integrantes dentro del fútbol nacional, síntoma del buen momento por el que atraviesa.

José Carlos Escuela Melo ha dado el salto, como asistente, a la Segunda División. Ahí se encontrará con dos compañeros de Tenerife, Daniel Trujillo Suárez y Yeray Carreño Cabrera, árbitro principal y asistente, respectivamente.

Mientras, Alexander González González ha logrado un ascenso como árbitro principal a Segunda B, coincidiendo con tres compañeros de la provincia, David Pinto Herrera, Christian Gadella Kamstra y Víctor Pérez Peraza.

Después de varios intentos, Escuela Melo, hasta por tres veces, una como principal y las otras dos como asistente, y Alexander González, dos veces, han logrado el objetivo de subir de categoría y tener más cerca el sueño de instalarse en la élite nacional.

[sws_pullquote_left]“Cada fracaso me ha fortalecido y he aprendido de los errores”, señala Escuela Melo[/sws_pullquote_left]

Los dos llegaron a este mundo por casualidad y las “circunstancias” hicieron que acabaran en él. Ahora, muchos años después y con muchos partidos a sus espaldas, recuerdan sus inicios. “Empecé con tan solo 12 años de edad y por pura curiosidad de conocer cómo era este mundillo, gracias a la invitación que lanzó mi delegado Pancho a mi padre para que me colegiase como árbitro”, explica José Carlos. Alexander llegó de forma muy semejante. “Nadie nace queriendo ser árbitro, pero me lo propusieron y decidí probar”. A pesar de no haber jugado al fútbol de forma seria, ambos entienden que esta situación y las experiencias ayudan a sacar adelante de forma satisfactoria un encuentro, sirviéndoles para anticiparse a posibles situaciones que depara el juego. De hecho, el nuevo asistente de Segunda recuerda cómo fueron sus primeros pasos en el arbitraje no federado, en vez de estar dándole patadas a un balón. “Ya en el colegio, en lo que mis compañeros confeccionaban sus equipos, yo me dedicaba a recortar cartulinas de color amarillo y rojo para arbitrarles”. Muchas horas de dedicación, preparación y estudio han tenido el premio en forma de ascenso.

“Cada fracaso me ha fortalecido y me ha ayudado a no volver a cometer los mismos errores y a aprender de ellos. Sin duda, este logro representa no solo mi trabajo, sino también el de otras muchas personas que han estado detrás de mí apoyándome y dándome buenos consejos, desde directivos, compañeros, grupo de entrenamiento, familia, amistades y el que, hasta ahora, ha sido mi compañero en los campos de fútbol, Víctor Pérez Peraza”, explica José Carlos Escuela.

“Siempre tienes la ilusión de querer llegar, pero a medida que vas avanzando ves la gran dificultad que supone llegar, intentando ser prudente. Al final he dado el salto a Segunda B, lo que supone una mejora cualitativa importante y donde además tendré la oportunidad de ejercer de cuarto árbitro en Primera y Segunda División, donde podré ver el mundo profesional más de cerca. A nivel mental supone además una motivación extra”, son las vivencias de González.

Las ilusiones no acaban ahí y esperan llegar a lo más alto posible, demostrando un carácter ambicioso y un afán de mejorar día a día. Conscientes de las dificultades que se le presentan a partir de ahora, a mayor categoría, mayores exigencias y más horas dedicadas a ello.

“Debo aprender lo suficientemente rápido a adaptarme a las complicaciones de esta categoría para no sufrir un fracaso y, en este sentido, creo y confío en mis posibilidades”. Las semanas que no tengo designación, son seis días de entrenamiento. Las semanas en que sí tengo, son cuatro días de entrenamiento más el partido”, explica Alexander González.

[sws_pullquote_right]“El salto a Segunda B supone una mejora cualitativa para mi formación”, apunta González[/sws_pullquote_right]

Todo esto compensado tras superar las duras pruebas de ascenso. “No se trata de conseguir unos tiempos mínimos para arbitrar, que de por sí ya son bastante exigentes, sino que entrenas y compites para llegar a unas puntuaciones máximas. En mi caso, empecé a trabajar con un preparador físico de manera personalizada, tuve que prestar mucha atención a mi alimentación, a mi descanso, asistir con cierta regularidad a mi fisioterapeuta para estar siempre a punto. En definitiva, hábitos de vida de deportista de alto nivel”.

José Carlos Escuela Melo pasó de estar dentro del terreno de juego a la banda, como árbitro asistente. “Entendí, tras meditarlo mucho y analizar muchos consejos, que todo en la vida tiene un ciclo y que, después de 15 años como árbitro, debía ser lo suficientemente honesto conmigo mismo”.

Por su parte, Alexander González González, intenta aplicar en el arbitraje una faceta didáctica. “Me considero serio en el campo, aunque eso no me impide ser dialogante, pues hablo mucho con los jugadores. Se trata de intentar enseñarles las reglas de manera positiva y no aplicarlas de manera impositiva”.

Muchas temporadas de experiencia les han deparado muy buenos momentos con sus anécdotas, en muchas de ellas en las que entran en liza sus compañeros de colectivo, circunstancias que le dan un toque divertido a este deporte y acercan la importante figura de los que imparten justicia al público, normalizando lo mucho que se juegan cada fin de semana.