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Cuando el título universitario no es suficiente

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Tener un título universitario ya no es garantía de éxito. Durante 2014 Canarias fue la comunidad con más paro de titulados superiores y la única, además de Asturias, donde esa tasa, en vez de recortarse, aumentó. Además, el futuro, si se tiene en cuenta la evolución reciente, no es esperanzador: el Archipiélago también fue una de las regiones donde más aumentó el desequilibrio entre la oferta y la demanda de empleos cualificados con respecto al año anterior. En otras palabras: los jóvenes que salen de la Universidad no encuentran trabajo y no parece que la cosa vaya a cambiar.

Los datos -recopilados por la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CyD) y publicados en su informe anual, que fue presentado ayer- dibujan un panorama complicado para los graduados superiores. En este colectivo se incluyen también todos los egresados de Formación Profesional (FP) superior, pero en las Islas esa cifra es considerablemente inferior a la de titulados universitarios.

Los que están trabajando tampoco lo están haciendo en las mejores condiciones posibles. El cruce de datos del servicio de empleo y la Seguridad Social revela que hay demasiadas personas desempeñando tareas inferiores a su formación. La prueba es que el 37,7% de los contratos que se firmaron en Canarias ese año fueron para puestos de baja cualificación. Los canarios se están formando para un trabajo que aquí, de momento, no van a tener.

SIEMPRE A LA COLA
Estas cifras, a pesar de ser muy duras, no acaban con la teoría de que la formación incrementa las posibilidades de tener un futuro mejor. A más formación, más probabilidades de hallar empleo, pero no tantas como antes. El documento refleja que los ciudadanos con estudios superiores cuentan con salarios más elevados y muestran mayores tasas de actividad y de ocupación, además de una menor tasa de paro. El problema es que Canarias se sitúa en el vagón de cola en prácticamente todos los indicadores reseñados. La variabilidad de la tasa de ocupación fue bastante pronunciada entre las regiones: Cataluña y Navarra registraron los mayores valores (en torno al 76%) y Canarias y Andalucía, los menores (datos inferiores al 64%).

La tasa de paro alcanzó las mayores cotas en Canarias y Andalucía (22,5% y 21,2%, respectivamente) y las menores se localizaron en Navarra (8,3%) y Madrid y Baleares (10% en ambos casos). Un total de 11 comunidades autónomas registraron un nivel de desajuste entre la oferta y la demanda de empleo inferior a la media. Extremadura y Cantabria presentaron los mejores datos, mientras que los mayores desajustes relativos se observaron en Madrid, País Vasco, Comunidad Valenciana y Castilla y León. En Galicia, Asturias, la Comunidad Valenciana, Navarra, Murcia, La Rioja, Cantabria, Cataluña y Andalucía mejoró el indicador; en cambio, en Canarias, Baleares y Castilla y León se disparó.

El desajuste producido implica, por un lado, la existencia de parados con estudios superiores y, por el otro, un problema de empleo “no encajado”: personas con un nivel superior de estudios que trabajan en puestos para los que no se necesita un nivel de cualificación tan elevado (sobreeducación).

La investigación concluye de la peor manera posible: la gente, quizás desencantada por el deterioro que ha sufrido el vínculo entre educación y empleo, ha optado por abandonar la formación. Canarias (9,2%) fue la comunidad donde más cayó el porcentaje de personas que recibían algún tipo de formación. El discurso de la educación como vehículo de progreso social se diluye, con todo lo que ello implica para el avance de cualquier sociedad.