nombre y apellido

Laura González

Cada Bajada constituye una expresión de fe y de arte que los palmeros fabrican y mantienen en su imaginario en base a episodios felices o menos gratos, éxitos contrastados y circunstancias puntuales que, inevitablemente, se agregan a su estela. La joven Laura González Lorenzo entró en la historia por su bárbaro asesinato que marcó unas fechas esperadas y solemnes y, junto a la más rotunda repulsa, concitó la unánime solidaridad de la sociedad isleña, expresada en su duelo, en masivas concentraciones, en emotivos homenajes en los actos cardinales del programa y en actos sentidos que la convirtieron en protagonista de unas fechas soñadas desde siempre para el reencuentro y la alegría. Elsa López madrugó con un alegato poético de hondo calado, leído al paso de la Virgen por El Planto y en la multitudinaria misa funeral en la Parroquia del Salvador, con la Patrona en su Altar Mayor. El penúltimo broche a su memoria -porque en nuestro fuero íntimo su vida, injustamente truncada, y su imagen juvenil estarán para siempre- se lo brindaron los Enanos de la Virgen en el sábado extraordinario que los despidió hasta el año 2020. Al sentimiento general, los danzarines unieron un motivo de especial significado: la presencia de Laura, horas antes de su bárbara agresión, en la función estelar del Jueves Grande, y la toma de fotos -como tantos otros espectadores- para inmortalizar, a nivel personal, las mágicas horas compartidas. Con una leve llamada al recuerdo común -para mí, el instante más difícil e intenso de estas fechas- y la actuación del violinista Gonzalo Cabrera, profesor de la Orquesta Sinfónica de Tenerife y fundador de la Escuela de Música de La Palma, cuyo violín despertó los sentimientos del abigarrado recinto, comenzó el secular espectáculo que, para protagonistas y espectadores, fue absolutamente singular. La Cofradía de Pobres expresó sus denuncias y sus quejas, con la medida parsimonia que caracteriza la primera parte de la Danza y, si cabe, con mayor sentimiento y pasión. La transformación vertiginosa situó al primer enano en la puerta de la caseta -réplica feliz de la capilla de la VOT franciscana- por primera vez en la historia, sin la marcada alegría de la polca Recova y, en marcha lenta, abrió el cortejo solemne de los veinticuatro en el rectángulo del baile; la banda interpretó un fragmento de una marcha de pasión con el público en pie. Cuantos vivimos la experiencia jamás olvidaremos la figura de Laura y la comunión en el afecto dispensado por la multitud que, en unos instantes memorables, aplazó la alegría en su merecido homenaje.