ahora en serio

No lo digo yo

Los datos de la crisis evidencian un aumento de los niveles de desigualdad, y esta diferenciación es mayor que la de los países con los que deberíamos compararnos”. Estas dolorosas obviedades, queridos todos que las negáis, no las digo yo, aunque también las piense. Las dice la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) –presidida por el ex presidente del Gobierno José María Aznar- que ha reconocido recientemente ésta y otras consecuencias devastadoras de la crisis económica que ha soportado España en los últimos años. Y las dice a través de un informe sobre Desigualdad, Oportunidades y Sociedad de Bienestar en España, elaborado por un grupo de expertos universitarios. 

En él, atención, también hay espacio para valorar el sistema educativo vigente explicando que es “ineficaz en su función igualadora de las oportunidades”, ya que, con su actual estructura, “el éxito educativo no sólo depende del esfuerzo y la dedicación de los estudiantes, sino que el nivel económico y cultural de los padres se convierte en un factor determinante en las probabilidades de alcanzar estudios de educación secundaria superior o estudios superiores”. Vaya, todo lo que venimos notando los que tenemos ojos en la cara y cierto sentido común, menos los exégetas del rajoyismo rampante que nos gobierna, y que, por mucho que lo miren, no lo ven. Especialmente dedicado a ellos va esta otra afirmación contenida en el citado informe: Resulta que aunque la crisis haya sido el caldo de cultivo en el que se ha desarrollado la desigualdad, ésta viene dada por la aplicación de políticas concretas “que no funcionan” ya que, según se explica, son, precisamente, estas políticas “las que provocan parte de la desigualdad en España”. Sin ánimo de creer que FAES ha abrazado el credo podemita abandonado su perfil neoliberal, que una no es tan ingenua, (y, además, lo deja bien claro la otra parte del informe que anima al ejecutivo del Partido Popular a terminar de aplicar la reforma laboral abaratando aún más, el despido), lo cierto es que, entre las filas populares, leer lo que vienen negando sistemáticamente desde que llegaron al poder y empezaron a aplicar su fórmula dizque mágica, ha provocado el llorar y el crujir de dientes y el mesarse los cabellos quien los tuviere.

El omnipresente y omnisciente Aznar tampoco ha ayudado a calmar a su turba. No. Por si alguien aún dudaba de que era su alargada sombra la que planeaba sobre el informe, y no otra, se apresuró a dejarlo claro con unas declaraciones que se hicieron públicas casi a la par que el documento, y en las que pone de chupa de dómine a sus correligionarios llamándolos muy explícitamente desnortados, sinsangre, ineficaces y desunidos. Toma ya. 

Dice que habla sin ambición. Y sin ambición, desde el cariño siempre, le dice a Rajoy que lo está haciendo todo lo mal que puede. Y que si sigue fiando una hipotética victoria en las Generales a la fidelidad del electorado de derechas, sépase que ni siquiera su voto, ojo ahí, es un voto cautivo. Claro, si Aznar, todo sonrisas y músculos, revestido entre los suyos de esa pátina de sensatez -ficticia, casi siempre- que da el haber sido gobernante de un país, deja caer que ni él mismo votaría a este PP, qué no harán los votantes de a pie, hartos como están de estar hartos.

Así que Aznar le ha echado una mano al cuello a su sucesor dejándolo a los pies de los caballos a las puertas de unas elecciones que son, sin duda, las más inciertas de los últimos años por múltiples y variados motivos.

Que no es que me dé pena, a ver si me explico, que cada palo aguante su vela, que las consecuencias las estamos aguantando los de siempre. 

Pero este paternalismo extemporáneo, este “por tu bien te lo digo, Mariano, hijo”, no se entiende ni desde fuera, ni desde dentro. Aznar se ha convertido en el cuñado del PP. Ese que siempre sabe colocar las bombillas mejor que uno. El que hace la mejor paella y corre los 1000 metros en la mitad de tiempo que tú. El que en la cena de Navidad te tira bolitas de miga de pan y hace los chistes a tu costa. Y Mariano traga o parece que traga. Que a estas alturas ya no se sabe si el que gobierna es él o un holograma que sale en el plasma una vez al mes para que no sospechemos. 

Traga, incluso, con que le digan que se ha dejado comer el terreno por Ciudadanos llevando a su partido a un retroceso de 30 años. Traga con que le digan que la situación es apremiante y que así no se va a comer un colín. 

Traga tanto, que días después sienta a Aznar a su lado en una cena en Casa Lucio, en la que se homenajea al Rey Emérito, y posa sonriente como si todo lo que ha salido por la boquita del ex presidente no fuera con él. Claro que no es raro viniendo de alguien que “no escucha, rechaza o desprecia” a la ciudadanía. Que no lo digo yo. Que lo dice Aznar.