SUPERCONFIDENCIAL

La nueva izquierda loca

1. Es una pena que los que leen este artículo no sean los que votan por la izquierda ranciosa y cutrona que se ha instalado en España. No sé si ustedes recuerdan, allá por los ochenta del siglo pasado, cuando la izquierdona de la chola se apoderó del Ayuntamiento de La Laguna, se acordó en pleno enviar un telegrama a Leónidas Breznev para felicitarlo por un aniversario de la revolución bolchevique. Cuando Breznev recibió el telegrama, encurvó las cejas y lloró. Aquella izquierdona iba al Ayuntamiento lagunero apestando a sudor y a patas y en cholas. En los plenos, sus ediles se quitaban las bolitas de mierda de entre los ñames. Nunca cayó más bajo la Corporación y el alcalde de la época, a la sazón Pedro González, se echaba las manos a la cabeza.

2. Bueno, pues ahora tenemos la réplica en Cádiz. El alcalde, al que llaman Kichi, no ha podido todavía celebrar un pleno completo: casi nadie lo apoya, a pesar de haberlo colocado ahí muchos de los que ahora se sientan con él en los escaños municipales. Lo primero que hizo al llegar fue quitar un retrato del rey para colocar el de un revolucionario gaditano. Lo segundo, invitar al Coletas a que fuera a Cádiz, a jalearlo. Y lo tercero, enviar una carta a Tsipras para apoyarlo en su referéndum. Y es que Atenas es Cádiz con corralito y Cádiz es Atenas con más salero. Semejante mastuerzo es el que rige los destinos de la Tacita de Plata, en sustitución de la que un día fue la alcaldesa más votada de España: Teófila Martínez.

3. Sospecho que España se está volviendo loca. De tanto castigar la corrupción se está permitiendo que accedan a las instituciones indocumentados como el tal Kichi, que en la cabeza debe tener bastante poco porque no hace más que tonterías. Para esta gente, lo cutre se convierte inmediatamente en simbólico. Imaginen ustedes a Breznev leyendo el telegrama de La Laguna y a Tsipras con la carta de Kichi en la mano, agitándola en el edificio de la Presidencia griega. ¿Nos estaremos volviendo todos majaretas? Me preocupa esta izquierda que sólo vive de los símbolos. Miren, la alcaldesa Carmena, que iba a ir sola, en metro, a trabajar, ya va en coche oficial y se ha asignado nueve escoltas. Todo es una pura demagogia que no hay por dónde cogerla. Todas las encuestas le están diciendo que deje los nombres de las calles de Madrid quietitos. ¿Saben cuántos millones les costará a los vecinos un cambio de nombre de su calle?

achaves@radioranilla.com